AMOR ENEMIGO
Malú
Tengo montones de
nada
estrellas quebradas, escalas de gris
tengo tormentas futuras
palabras oscuras, que crecen aquí.
estrellas quebradas, escalas de gris
tengo tormentas futuras
palabras oscuras, que crecen aquí.
Los montones de nada
se los busca uno mismo; uno debe trabajar para ser alguien y no depender de los
demás anímicamente hablando. Ser feliz porque estés con alguien implica que esa
relación ha empezado a fracasar ya. Uno debe ser feliz por uno mismo y para uno
mismo. La idea que la felicidad depende de la otra persona es demasiado pueril y
ya huelga a nuestras edades. Por otro lado, todo el mundo tiene estrellas
quebradas, vamos, no hay nadie que pueda realizar todos sus sueños, siempre hay
alguno que fracasa y es este, precisamente el que nos hace avanzar en la vida.
Claro, que si solo se ve la parte negativa de la “estrella quebrada”, empieza
pues a bajar por las escaleras que te conducen al pozo, y húndete en su fango,
qué parece que eso es lo que le gusta a la mayoría de los humanos. Pinta encima
de las escalas de grises y verás qué tonalidades más contrastadas se obtienen.
Malo tener tormentas futuras, porque ese espíritu Nostradamus no va demasiado
bien para el cutis. Pero en lo de las palabras oscuras, te doy la razón,
siempre hay palabras oscuras a nuestro alrededor, pero tienes dos opciones: o
no las escuchas o te vas a otro lado y las dejas que crezcan allí.
Tengo una casa vacía
fotos me espían, se ríen de mi
tengo un infierno portátil me odio por frágil, me odio sin ti.
tengo un infierno portátil me odio por frágil, me odio sin ti.
¿La casa vacía?, pues
llénala. Llénala de ti y siéntete orgullosa de ello. Ya verás como si creces
tú, alguien aparecerá a tu lado. No personalices objetos inanimados, quien se
siente ridícula, de alguna manera, eres tú, no son las fotos que se ríen de ti.
Y si lo son, sácalas de tu vista, siempre vas a poder obtener una caja de
cartón decorada con mariposillas u ositos para ponerlas dentro y perderlas por
los altillos, que para eso existen. Qué
envidia que tengas un infierno portátil; qué ahora te apetecen unas chistorras
al aguardiente, pues ¡chas!, lo haces
aparecer a tu lado y a cocinar. Por cierto, no debes odiarte, ni por frágil ni
por nada, es mucho más productivo empezar a fortalecer ese espíritu derrotista
que hasta ahora estás demostrando. Debieras haberte dedicado al teatro, porque
el drama va contigo: (declamado) “me odio sin ti”, y hace mutis por el foro.
Que si se hicieran más mutis en la vida, otros gallos cantarían.
Tengo, ese amor enemigo
tengo el dolor y el olvido
tengo tu nombre y aunque
no quiera, vive conmigo.
Tengo, ese amor enemigo
tengo el dolor y el olvido
tengo tu nombre y aunque
no quiera, vive conmigo.
Aquí la has clavado.
Empezar con este maravilloso oxímoron que conduce al desconcierto semántico,
amor y enemigo, dolor y olvido. Anda que me olvido yo del dolor cuando me duele
algo. Eso sí, debieras patentar estas dos palabras: “amor enemigo”, porque
puede que alguien las necesite para hacer una película de thriller psicológico.
Yo que tú iría a la oficina de patentes y lo hacía, una mañana de estas. Además
te aconsejo que lleves mi nombre y lo dejes olvidado por ahí. Seguro que no
sabrá volver a tu casa, (la otra es esperar que el nombre se vaya al gimnasio y
cambiar la cerradura, pero esta solución es bastante más cara que la otra).
Tengo los sueños guardados
mi colección de tornados
mientras tú vives en mi futuro, yo soy pasado.
Tengo los sueños guardados
mi colección de tornados
mientras tú vives en mi futuro, yo soy pasado.
No guardes tanto los
sueños e intenta alcanzarlos, no dejemos todo para última hora que nunca se
sabe qué puede pasar. Aquí sí que no te puedo rebatir nada, cada una colecciona
lo que más le gusta. Yo colecciono Quijotes en un vitrina, tú, tornados… por
cierto, ¿dónde los guardas? Y lo que más me intriga, ¿quién les saca el polvo? Yo
dos veces al año abro la vitrina y desempolvo a Alonso Quijano y a su escudero
y ya me parece un trabajón de cuidado. Pensar en limpiar tornados, que no se
están quietos, me pone los pelos como escarpias. Por cierto, aquí vas errada
(que no herrada, que no sé) porque yo no vivo en el futuro de nadie. Vamos, qué
locura tener que teletransportarme en el tiempo con lo apretada que tengo la agenda.
Tengo migajas de vida
silencio sin rimas y un alma de arfil
tengo la piel de un soldado después de una guerra, sin tregua y sin fin.
Tengo migajas de vida
silencio sin rimas y un alma de arfil
tengo la piel de un soldado después de una guerra, sin tregua y sin fin.
Pues haz unas buenas
migas, con su choricillo y su morcilla, ¡anda que no me las comería yo ahora!
Mujer, es que pides peras al olmo, ¿cómo quieres rimar el silencio? Imagínate:
niños, analizad este poema silencioso; “Es un verso menor de rima nosonante”.
¿Qué no ves que esto no puede ser? Eso sí, todo un diez usar la palabra arfil
que ya está en desuso. ¿Ves? Si te entretienes con la lengua evitarás caer en
el dramatismo? Por cierto, ¿tener el alma de arfil es ser una beoda? Porque los
arfiles van en diagonal, digo. Y lo que sí que encuentro fatal es tener la piel
así. Debieras gastarte un poco más del suelo en cremas para hidratarla, que
luego, con más edad se llaga con facilidad y ahora aún estás a tiempo de
prevenirlo. Yo uso aceite de argán. Es un poco caro, pero lo mezclo con una
crema hidratante para pieles sensibles y me dura mucho. Además, tengo la piel como
un bebito. Te lo aconsejo. Para después de las guerras, es lo mejor.
NOTA: Soy una admiradora de Malú, me gustan sus canciones y voy a sus conciertos. Aquí, sencillamente, he hecho un ejercicio de escritura, sin ánimo de nada más.
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