12/12/18

Desrimando la canción


AMOR ENEMIGO
Malú

Tengo montones de nada
estrellas quebradas, escalas de gris
tengo tormentas futuras
palabras oscuras, que crecen aquí.

Los montones de nada se los busca uno mismo; uno debe trabajar para ser alguien y no depender de los demás anímicamente hablando. Ser feliz porque estés con alguien implica que esa relación ha empezado a fracasar ya. Uno debe ser feliz por uno mismo y para uno mismo. La idea que la felicidad depende de la otra persona es demasiado pueril y ya huelga a nuestras edades. Por otro lado, todo el mundo tiene estrellas quebradas, vamos, no hay nadie que pueda realizar todos sus sueños, siempre hay alguno que fracasa y es este, precisamente el que nos hace avanzar en la vida. Claro, que si solo se ve la parte negativa de la “estrella quebrada”, empieza pues a bajar por las escaleras que te conducen al pozo, y húndete en su fango, qué parece que eso es lo que le gusta a la mayoría de los humanos. Pinta encima de las escalas de grises y verás qué tonalidades más contrastadas se obtienen. Malo tener tormentas futuras, porque ese espíritu Nostradamus no va demasiado bien para el cutis. Pero en lo de las palabras oscuras, te doy la razón, siempre hay palabras oscuras a nuestro alrededor, pero tienes dos opciones: o no las escuchas o te vas a otro lado y las dejas que crezcan allí.

Tengo una casa vacía 
fotos me espían, se ríen de mi 
tengo un infierno portátil 
me odio por frágil, me odio sin ti. 

¿La casa vacía?, pues llénala. Llénala de ti y siéntete orgullosa de ello. Ya verás como si creces tú, alguien aparecerá a tu lado. No personalices objetos inanimados, quien se siente ridícula, de alguna manera, eres tú, no son las fotos que se ríen de ti. Y si lo son, sácalas de tu vista, siempre vas a poder obtener una caja de cartón decorada con mariposillas u ositos para ponerlas dentro y perderlas por los altillos,  que para eso existen. Qué envidia que tengas un infierno portátil; qué ahora te apetecen unas chistorras al aguardiente, pues  ¡chas!, lo haces aparecer a tu lado y a cocinar. Por cierto, no debes odiarte, ni por frágil ni por nada, es mucho más productivo empezar a fortalecer ese espíritu derrotista que hasta ahora estás demostrando. Debieras haberte dedicado al teatro, porque el drama va contigo: (declamado) “me odio sin ti”, y hace mutis por el foro. Que si se hicieran más mutis en la vida, otros gallos cantarían.

Tengo, ese amor enemigo 
tengo el dolor y el olvido 
tengo tu nombre y aunque 
no quiera, vive conmigo.

Aquí la has clavado. Empezar con este maravilloso oxímoron que conduce al desconcierto semántico, amor y enemigo, dolor y olvido. Anda que me olvido yo del dolor cuando me duele algo. Eso sí, debieras patentar estas dos palabras: “amor enemigo”, porque puede que alguien las necesite para hacer una película de thriller psicológico. Yo que tú iría a la oficina de patentes y lo hacía, una mañana de estas. Además te aconsejo que lleves mi nombre y lo dejes olvidado por ahí. Seguro que no sabrá volver a tu casa, (la otra es esperar que el nombre se vaya al gimnasio y cambiar la cerradura, pero esta solución es bastante más cara que la otra).

Tengo los sueños guardados 
mi colección de tornados 
mientras tú vives en mi 
futuro, yo soy pasado.

No guardes tanto los sueños e intenta alcanzarlos, no dejemos todo para última hora que nunca se sabe qué puede pasar. Aquí sí que no te puedo rebatir nada, cada una colecciona lo que más le gusta. Yo colecciono Quijotes en un vitrina, tú, tornados… por cierto, ¿dónde los guardas? Y lo que más me intriga, ¿quién les saca el polvo? Yo dos veces al año abro la vitrina y desempolvo a Alonso Quijano y a su escudero y ya me parece un trabajón de cuidado. Pensar en limpiar tornados, que no se están quietos, me pone los pelos como escarpias. Por cierto, aquí vas errada (que no herrada, que no sé) porque yo no vivo en el futuro de nadie. Vamos, qué locura tener que teletransportarme en el tiempo con lo apretada que tengo la agenda.

Tengo migajas de vida 
silencio sin rimas y un alma de arfil 
tengo la piel de un soldado 
después de una guerra, sin tregua y sin fin.

Pues haz unas buenas migas, con su choricillo y su morcilla, ¡anda que no me las comería yo ahora! Mujer, es que pides peras al olmo, ¿cómo quieres rimar el silencio? Imagínate: niños, analizad este poema silencioso; “Es un verso menor de rima nosonante”. ¿Qué no ves que esto no puede ser? Eso sí, todo un diez usar la palabra arfil que ya está en desuso. ¿Ves? Si te entretienes con la lengua evitarás caer en el dramatismo? Por cierto, ¿tener el alma de arfil es ser una beoda? Porque los arfiles van en diagonal, digo. Y lo que sí que encuentro fatal es tener la piel así. Debieras gastarte un poco más del suelo en cremas para hidratarla, que luego, con más edad se llaga con facilidad y ahora aún estás a tiempo de prevenirlo. Yo uso aceite de argán. Es un poco caro, pero lo mezclo con una crema hidratante para pieles sensibles y me dura mucho. Además, tengo la piel como un bebito. Te lo aconsejo. Para después de las guerras, es lo mejor.

NOTA: Soy una admiradora de Malú, me gustan sus canciones y voy a sus conciertos. Aquí, sencillamente, he hecho un ejercicio de escritura, sin ánimo de nada más.

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