No, no puedo. No puedo ver a una pareja besándose. Se me
hace muy presente que yo ya no tengo pasión, ni amor. Que un día era yo la que
era besada por las esquinas de la vida y abrazaba un cálido cuerpo que se
perdía en mí como si de uno solo se tratase; y ahora solo voy colgada del brazo
de la soledad, consumiendo un día, y otro, y otro, también, sin esperanza alguna
de volver a vivir aquellos momentos con alguien que beba mis vientos y camine
conmigo a mi justa zancada.
Llegar a casa por la noche y acostarme en esa fría cama, que
ya no recuerda que un día ardía de deseo y de fogosidad, y que buscaba fusionar
nuestros cuerpos para mitigar el enardecimiento que la contención sexual
conlleva. Ahora todo es gélido sueño, que viene a borbotones como si de un
fluir se tratase. Silencio y vacío, sábanas inmutables y apáticas que muestras
su negligencia negándote las buenas noches.
No, no vivo igual que antes. No, no duermo igual que antes.
Sencillamente transito entre los vestigios de ese mi amor, el que fuera
verdadero.
2 comentarios:
¡Has vuelto! Y yo sin enterarme, porque no puedo pasarme por el blog tanto como antes. Sobre tus palabras del último post. ¿Quién sabe qué te deparará el futuro? Saludos.
Juli Gan, me alegra verte por aquí. Pásate cuando te apetezca. El futuro... cada vez lo veo más cercano. Más saludos.
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