No puedo ser yo. Este no es mi rostro, ni mis manos. Ni mi voz,
que aún sonaba enferma; ésta traspasa el alma y se clava directamente en el
corazón de las tinieblas. No es este mi cuerpo, que camina decisivo dando la
espalda al alba. Ni esta mi cabeza, degollada, de la cual ya no borbota sangre. Pero
sin embargo esta es mi mente, sorprendida, pero clara, que se deja hacer y ofrece
sus labios, sin lucha, para que sea expirada el alma. El barquero, recoge una enganchosa
amalgama negruzca y la pone dentro de un saco; ilusiones y deseos muertos que
nunca llegarán a puerto alguno. La imagen, mi imagen desaparece dentro del
interior del espejo, tal como hace el día dentro de la noche y la vida dentro
de la muerte. ¿Es esto realmente morir?
1 comentario:
Me ha gustado mucho la reflexión posmortem...muy, muy interesante.
Me gustan las palabras que utilizas.
;)
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