Es que no puedo pasar por delante de una librería y más si
es mi preferida, llena de novelas gráficas y de dependientes amables que te
buscan aquella con la que vas a disfrutar más. Normalmente está otro chico
atendiendo, pero el dependiente nuevo, que no conocía, me dijo que estaba de
vacaciones. Le tuve que volver a definir mis gustos y sin dudarlo, se dirigió
al estante más próximo de la puerta y cogió este maravilloso libro.
Los gráficos son sencillos, limpios y sólo utilizan un gris,
el negro y el blanco. Me han gustado muchísimo. Son minimalistas, no dibujan
mil objetos, ni detalles, ni acaban de dibujar las habitaciones, cosa que hace
que centres la atención en el personaje. Vamos, que me ha encantado ir leyendo
y perderme en el trazo que me va a indicar la expresión, la postura (en este
caso muy importante, pues la protagonista es una bailarina) y la acción.
La historia es de lucha y superación, tema que estos días
necesito como el agua pues me hallo inmersa en cambios inesperados. Al ir
avanzando en la lectura y pasar las páginas, estas sueltan un agradable olor,
al menos para mí, a tinta, que me hace viajar a la niñez, cuando las tintas
eran mucho más fuertes que las que utilizan ahora. Ayer, por la noche, sentada
delante del ordenador, me lo fui leyendo poquito a poquito, disfrutando de todo
lo que me estaba ofreciendo el libro. Por cierto, acariciar sus tapas duras
mientras se lee es puro placer. Solo me faltó probar qué sabor tenía.
2 comentarios:
y todas esas sensaciones nos las quitan los ebooks...
El día que saquen uno con diferentes olores a libro, quizá me lo piense
Dintel, ya veo que te gusta el placer tapa dur...uuufff quien lo diría.
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