Te miro, te siento. Sonríes, me muero. Te busco, lo intento. Te toco y tiemblo. Te beso, me pierdo. En tus azules, muy dentro. Tu boca, mi templo. Tu cuerpo, mi convento.
28/3/12
27/3/12
Aleph
Escondí mi te quiero entre vanas palabras de una carta
dirigida a ti. Sin regla alguna para recuperarlo, para que pudieras enterarte,
para que te pudiera llegar mi más íntimo secreto. Envié noche tras noche cada
una de las mariposas de mi corazón para que te susurrara mis sentimientos, para
que te besara con amor, para que te acariciara con las alas del deseo. Te
busqué entre pasillos y entre mis sueños, para entregarte mis ojos escritos con
pasión y que solo tú los leyeras. Navegué entre anhelos y locura y entre rabias
y corduras ahogando el grito de un nombre que me quemaba en la razón. Recé en
silencio y con fervor para dejarte de querer mientras cruzaba los dedos del alma para
que nunca sucediera lo que estaba pidiendo. Desesperé por la eterna esperanza
de que algún día te fijaras en mí. Escondí mis sentimientos tras mis gafas, mis
silencios, mis sonrisas y mis nervios. Desafié al infinito para que un día,
sólo un segundo, te fijaras en mí, se cruzaran las miradas y vieras todo lo que
despiertas en mí desde hace tiempo, amor.
26/3/12
Solo deseo
Experiencia desbordada que me ha tocado vivir, lejos de ti y
en silencio en mí. Hace la demasía que la realidad sea vil. Busco el amanecer
para poderte sentir, extraerte del pasado que hace un rato viví y acercarte a
mi lado aunque solo sea así: en mi mente presente siempre, en mi cuerpo ausente
en ti. Así pasa la noche, así te vuelvo a repetir.
Amurallada
Derrumbe de antiguas murallas que abren caminos hacia la luz.
Palabras que salen de mi boca y acarician tu piel, con el deseo ardiente de que
algún día sean mis manos carcomidas por los restos de muchos naufragios las que
te puedan tocar. Me alimento de ese deseo y lo expiro en hálito de vida, bajo
las letras que forman tu nombre. Abro mi cuerpo a la noche para que me absuelva
de todo pecado y me de fuerzas para soportar la vida con el corazón en primera
línea.
25/3/12
Añorada
Hay días en los que mi parte ameba aflora y me limito a vegetar
y a estirar dos de mis pseudópodos como bostezo, mientras espero que pase el tiempo.
Justo en estos momentos soy consciente del increíble regalo que eres Tú, regalo
que la vida me ha dado. Un regalo para un alma dolorida que había decidido
hacer callo de su dolor y vivir en silencio. Y ahora me descubro con todo mi
cuerpo unicelular caminando hacia ti, de forma tímida, y algunas veces huidiza.
En el caminar del Yo al Tú adquiero la certeza del siempre y desaparece el
hastío del tiempo, porque todo se reduce a sentirse viva, aunque sea un instante,
o quizá, después de ese instante, a vivir con la consciencia de que lo estás.
23/3/12
No eres si no soy
A veces te encuentras en la vida con alguien que te odia,
así, sin más. Y ese alguien se dedica a mal hablar sobre ti, a insultarte y a
desprestigiarte, así, sin más. Incluso puede llegar a inventarse historias solo
por hacerte daño, así, sin más. Y todo, hipócritamente, en tus espaldas,
mientras por delante te va diciendo cuánto te aprecia, así, sin más.
Ahora, es una de estas veces. ¿Qué debo hacer? La verdad es que me afecta poco porque a mí solo me hacen daño las personas a las que quiero. Las otras, ni por asomo. Pero como esto me ocurre en el trabajo me es un poco incómodo, más que nada por a quién va ir con los cuentos y qué consecuencias va a tener todo esto.
Y es que es normal, hay gente descerebrada que tiene un asco de vida y debe reinventarse metiéndose con los demás, en este caso, conmigo, que soy carne de cañón para ella (sí, es ella) debido a mi poca inteligencia emocional, a mi hurañismo natural y a ser el ser más asocial que ha parido madre.
Lo único que sé es que en estas ocasiones me apetece escandalizar. ¿Alguna idea?
Ahora, es una de estas veces. ¿Qué debo hacer? La verdad es que me afecta poco porque a mí solo me hacen daño las personas a las que quiero. Las otras, ni por asomo. Pero como esto me ocurre en el trabajo me es un poco incómodo, más que nada por a quién va ir con los cuentos y qué consecuencias va a tener todo esto.
Y es que es normal, hay gente descerebrada que tiene un asco de vida y debe reinventarse metiéndose con los demás, en este caso, conmigo, que soy carne de cañón para ella (sí, es ella) debido a mi poca inteligencia emocional, a mi hurañismo natural y a ser el ser más asocial que ha parido madre.
Lo único que sé es que en estas ocasiones me apetece escandalizar. ¿Alguna idea?
21/3/12
No poder dar el amor
Cuando se muere la persona que más amas en el mundo, mueres
tú también, pero de forma que permaneces errante en la vida, sin destino, sin dirección, sin
sentimiento. Todo lo que fuiste acaba en la misma fosa de la muerte, menos el
amor que te ha quedado por dar que se gangrena día a día en tu cuerpo por la
ausencia de destinatario.
20/3/12
En pie de guerra
Hay días en los que el deseo puede más que yo y me enzarzo
en una batalla a muerte con él para poderlo aplacar. Rodamos por el suelo, le cojo del cuello de la
camisa y lo zarandeo para intentar que desista de su empeño; pero, es listo el
muchacho, se zafa de mí, corre hasta tu lado y se refugia detrás de tus ojos. Sabe
que en cuanto me tope con tu mirada me desharé en ternura y cariño, sabe que me
quedaré embobada, desearé que me beses y anhelaré hacerte el amor toda la noche. Hoy
ha sido un día de estos; si en algún momento has pensado que te desnudaba con
la mirada, no he sido yo, ha sido mi deseo que me ha ganado la batalla.
Apasionadas aseveraciones
El viento que pasa por mi lado y me avanza de forma
irrefrenable transmite un tierno hálito de cariño mientras susurra tu nombre
entre las hojas de los árboles. Desde que llenas mi vida, del abrumador
discurso del silencio no conozco ni una sílaba. La noche hurga en mi interior
con su acerada daga hasta dejar al descubierto la médula de mis deseos y se
encarga de transmitirlos a cada uno de los astros que destellan tus ojos.
Mientras que los manjares terrenales se han quedado en nada yo me siento
totalmente alimentada con tu idiosincrasia. A tu lado, nunca he experimentado
ni un segundo de ansiedad, ni miedo por exponerme a contingencias imprevistas,
eres paz, eres cariño, eres vida. Ya no me aterroriza la necesidad de tener que
explicarme a mí misma, pues tu mano a través de la mía templa mi corazón.
Contigo se acabó morir cada vez un poco por aquello de pasar de una soledad a
otra para sentirme viva. Haces aflorar mis facultades latentes y entre ellas
está la de amarte con la sosegada locura que te mereces. Ya no me es placentero
ir a la deriva, si no esforzarme para que puedas estar orgullosa de mí. Desde
que llegaste, has cambiado mi vida, ahora me hallo profusamente envuelta en tu
amor.
19/3/12
Acércate...
...te voy a susurrar un secreto:
un día de estos desordenaremos la noche y pondremos la luna boca abajo y huiremos corriendo a la velocidad de la luz dejando nuestra estela de amor como rúbrica. Un día de estos, lo haremos.
un día de estos desordenaremos la noche y pondremos la luna boca abajo y huiremos corriendo a la velocidad de la luz dejando nuestra estela de amor como rúbrica. Un día de estos, lo haremos.
He soñado una vida sin ti
Qué duro se hace escribir hoy. Me he levantado esta mañana y
he descubierto que el brillo que hasta ahora el día me ofrecía estaba mortecino
y algo polvoriento. Maldito sueño que me ha traído el desasosiego. He sentido mal presagio. Tan mal presagio que
tengo miedo de tintar mis sentimientos en papel. No podría soportar sentirme
ridícula al leerlos.
No necesito ya de respiraciones hondas para controlar lo incontrolable. Solamente soy capaz de jadear con cuidado intentando no mover ni un músculo del cuerpo porque tengo pavor a sentir el dolor que esta noche he soñado. Abrázame, por favor.
No necesito ya de respiraciones hondas para controlar lo incontrolable. Solamente soy capaz de jadear con cuidado intentando no mover ni un músculo del cuerpo porque tengo pavor a sentir el dolor que esta noche he soñado. Abrázame, por favor.
18/3/12
El primer beso
Llevaba mucho tiempo doblando el deseo de besarte. Con
cuidado hacía coincidir punta con punta y pasaba la mano por encima del doblez
para quitar cualquier arruga que quedara, y volvía de nuevo a doblarlo, como se
hace cuando se dobla el dolor para guardarlo en las alacenas del corazón. Pero
por mucho que me esforcé en dejarlo olvidado, cada vez que te veía me lo encontraba
detrás de la mirada, desdoblado de nuevo, sonriente, fuerte y vivo. ¡Qué pillos
son los deseos!
No me quedó otra que sucumbir a él; me armé de valor y me atreví a robarte un beso. Me acerqué con la torpeza de las emociones habitualmente reprimidas y mis labios se posaron sobre tu mejilla. Se paró el tiempo o quizá me desmayé. Se nublaron los sentidos o quizá se liberaron, ni idea. Lo único que sé es que, desde entonces, cimbra mi corazón entre sístoles y diástoles de amor.
No me quedó otra que sucumbir a él; me armé de valor y me atreví a robarte un beso. Me acerqué con la torpeza de las emociones habitualmente reprimidas y mis labios se posaron sobre tu mejilla. Se paró el tiempo o quizá me desmayé. Se nublaron los sentidos o quizá se liberaron, ni idea. Lo único que sé es que, desde entonces, cimbra mi corazón entre sístoles y diástoles de amor.
17/3/12
En tu ausencia
Escribo tu nombre en cualquier pedazo de papel y lo
contemplo. Ipso facto, mis pensamientos atraviesan los barrotes de mi prisión y
vuelan junto a ti, presurosos por estar contigo. Repaso una y otra vez las
líneas que acabo de escribir y respiro hondo para controlar la conmoción
profunda que se desata en mí. Me invade por todos los flancos de mi ser lo
mucho que te amo. Cierro los ojos para retener el momento. Contigo me pasa
esto: me invento historias que nunca han existido, el deseo es tal que siempre
me descubro acariciando las letras de tu nombre. Es la única manera que tengo
de hacerte el amor.
15/3/12
Sobran las palabras
Por mucho que junte infinitos, que nade en los mares de mis sentimientos. Por mucho que quiera guardarme los besos, hoy sólo quiero decirte: te quiero.
14/3/12
Entérate
Eres tú, la mujer que un día quise querer y que ahora
quiero. Eres tú, la mujer que me llena los vacíos y la que me vacía todos mis
llenos. Eres tú, “mi otro trocito de ser”, el sumatorio de todos mis anhelos.
Eres tú, la mujer que lustra cada uno de mis actos y hace que mis palabras
crezcan. Eres tú, la mujer que desvanece mis fríos cuando los miedos me acechan.
Eres tú, la mujer que apoca los problemas y hurga mis costuras para buscar las
penas. Eres tú, mi conversación, mi pensamiento y mis sueños; la mujer que hace
que mi yo sea completo.
Oasis
En la aridez que me ha tocado vivir, intento sobrevivir. Vagaba sin rumbo fijo por el desierto de mi destino, sin quejarme, sin enfurecerme, sumisamente avanzando un paso más entre la gente, sin objetivo ni meta a los que llegar, y, como un espejismo, apareciste tu, delante de mí, con ese vivo mar en tu mirada que calmó el calor de mi piel y curó mis heridas pasadas. Callada me adentré en ti, me dejé hacer, solo miraba; ahora bebo con grandes sorbos de amor tus palabras.
13/3/12
Síndrome de Stendhal, seguro
Desde hace unos días tienes una luz especial que irradia
toda tu belleza, belleza exterior e interior se juntan en la misma emisión. Me
tienes maravillada. No puedo dejar de mirarte, y aunque intento hacerlo cuando
no estás atenta, siempre me descubres deslumbrada por el bello fulgor que
emanas, embobada con la mirada fija en ti. Me gusta contemplarte cuando friegas
platos porque estás de espalda y tú no me ves. Te giras de golpe para decirme
algo y descubres que estoy a años luz de ti, lo que no sabes es que me hallo
dentro de ti, buscando la fuente de tu belleza. Me cuesta salir de la
ensoñación. Desconoces, también, que me gusta aparecer de repente mientras tú
estás ocupada y apoyarme en el quicio de la puerta, bajo ese dintel tan querido
por mí, y mirarte a mis anchas entre respiraciones profundas y deseos
controlados. Tú y solo tú das el brillo perfecto a mi vida.
Par
Somos dos. En mí, somos dos. No puedo evitarlo. Ni quiero. Solo sentirte en silencio. Pasa el día y contigo voy viviendo. Cierre los ojos o no, te siento. Me apetece el secreto. Tengo el alma en reposo y en mi ser, tu misterio. Somos dos que habitamos el mismo te quiero.
12/3/12
Quiero...
Quiero regalarte una flor
de palabras. De aroma a mensaje de amor y pétalos de verbos de acción. Tallo de
sintaxis corporal y hojas de sintagma nominal. De raíces en tu corazón…
Quiero regalarte una flor de silencio. De aroma a soledad y pétalos de pensamientos. Tallo de introspección y hojas de recogimiento. De raíces en mi corazón…
Quiero regalarte una flor…
Quiero regalarte una flor de silencio. De aroma a soledad y pétalos de pensamientos. Tallo de introspección y hojas de recogimiento. De raíces en mi corazón…
Quiero regalarte una flor…
Viernes feliz
…seguro que existe alguien con un viernes tan feliz como el tuyo. Feliz y nervioso porque el tiempo se ha dilatado y se halla experimentando la teoría de Aquiles sobre la tortuga. Y ese alguien, también, se dilata deshaciéndose cuando contempla la dirección de una mirada y la obertura corporal de un deseo. Alguien de viernes feliz que tiembla entre los brazos de una inmerecida suerte. Ese alguien de viernes feliz que duerme de espaldas al careado mundo porque se halla colmado de viernes, precisamente; seguro que existe. Y ese alguien amanecerá sábado y al despuntar el alba ocular verá que esa felicidad es acumulativa y se le pegarán las sábanas de la tranquilidad, buscando el motivo de su existencia y de su temporalidad. Y ese alguien de sábado, ahora feliz, compartirá su soledad con las danzas de la espera; una espera rebosante de vida y de añoranza, de deseo y de pasión, de olores y colores.. Y ese alguien sonreirá al oír unos pasos, que se acercarán metálicos, toc-toc-toc, como los besos mandados a través de un móvil lejano y giratorio en unos dedos expertos de placer poliédrico. Seguro que existe. Y ese alguien de sábado feliz, definirá sus posiciones en la batalla, actuará como veterano estratega en la guerra y perderá su primer batallón al saborear unas palabras que le serán dichas desde el miedo que produce el cristal roto cuando deja los filos en la ventana de la vida. Y ese sábado feliz callará gritando: “Dale con el martillo” y brindará alzando el ambar prehistórico en busca de la piedra filosofal (esa que no sabe que se halla adherida a su zapato y le acompaña a cada paso hasta descansar a los pies de su lecho). Y de hecho, ese sábado feliz, que se sabe que existe, devolverá a la vida su energía marcándose unas risas locas de felicidad absoluta, envueltas en sábanas blancas de tranquilidad. Y seguro que para ese alguien de sábado feliz, existió, también un domingo feliz y un lunes feliz y puede que también triste. Sin lugar a dudas, existe ese alguien… Seguro que existe alguien que hoy mismo lleva dos colonias, la suya para no ser llamada sumisa y otra oculta debajo del reloj, porque siempre la temporalidad le pareció maravillosa y ahora ha decidido oler el tiempo con pasión.
Seguro que existe ese alguien, no lo dudes.
Seguro que existe ese alguien, no lo dudes.
11/3/12
Sublime añoranza
Llevo dos días deseándote con todas mis fuerzas, bebiendo la
imagen que de ti tengo archivada en mi alma y cerrando los ojos para no perder
las sensaciones que tú me causas. Tu ausencia, esta vez, ha calado más hondo
que nunca y llevo a flor de piel todo lo que me haces sentir. He lentificado mis
gestos para colocar tu mirada entre ellos, he aminorado mis acciones
recreándote a mi lado. Tumbadas en el sofá, las horas muertas y yo, hemos
vivido una y otra vez el deseo de sentir tu piel sobre la mía, de robarte de
imprevisto un beso, de acariciar tu piel, tu corazón y tu pelo, de perderme en
tus ojos azules y de susurrarte al oído cuánto te quiero. Ni como, ni vivo, ni
sueño, solo tengo ganas de ti, cuando no te tengo.
Compost humano
Hoy he amanecido podrida,
ni tiempo de embalsamar mis recuerdos he tenido. Durante la noche, se han
ido corrompiendo cada uno de mis átomos para dejar la existencia y mis
ilusiones se han deteriorado hasta convertirse en un líquido rojo negruzco y
pringoso. Mis pensamientos han adquirido el olor característico de la
descomposición de la materia gris mientras fermenta el alma por la química del
propio proceso. Nunca había pensado que
mi vida, acabaría en un pudridero, estropeada y alterada, llena de hongos y
bacterias fagocitando lo que fue mi esencia.
10/3/12
Quijotadas
La vida no es más que un cúmulo de experiencias, doy fe.
Cuantas más experiencias tienes más has vivido. Pero, creo, que a veces
prefiero vivir menos y no pasar por según qué trances.
Hallábame yo muy tranquila esta mañana cuando me he levantado sin saber qué me iba a deparar el inminente futuro. Tenía todo preparado para desayunar, ducharme, arreglarme e ir al hospital donde debían hacerme una sencilla prueba de cuyo nombre no puedo acordarme. Y allá que me he ido. Me ha recibido un joven hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco (aunque no le he visto el rocín por ninguna parte, pero seguro que era flaco con los tiempos que corren). El galgo corredor, mejor ni lo mento. Y dirigiéndose a mí me ha dicho: Señora (vamos, empezamos mal) Dintel, pase al vestuario y quítese todo lo que lleve metálico. Suerte que una es precavida y ya había dejado todas las prótesis y tuercas en casa. Si lleva sujetador también (este tío me está vacilando, ¿no ve la repisa, el alero, la cornisa, el saliente, las cachotetasquetraigopuestas? ¡Cómo no voy a llevar sujetador! Llevo sujetador, amarres, remaches y hasta contrafuertes, además de un dispositivo debajo de cada una que las sustenta sobre unas férreas columnillas hasta el suelo en cuyos extremos hay unas ruedecitas que nos (no es plural mayestático, no, es que en este caso somos tres) ayudan en los desplazamientos, como si de piedras piramidales se tratasen). La ropa se la puede dejar puesta. Ahora vengo a por usted. Y me cierra la puerta del vestuario. Con la rapidez que me caracteriza me saco la chaqueta, me desabrocho la camisa, me la quito, me ayudo con las dos manos a liberar los corchetes del sujetador y con cuidado lo desempotro o lo desincrusto (no sé qué término es más exacto) de entre el michelín y la soteta. Me vuelvo a poner la camisa y en ello andaba cuando el joven hidalgo ha abierto la puerta del vestuario preguntando: ¿ya está? (perdón, me he perdido, ¿no debía preguntarlo con la puerta cerrada? ¿Y si no estoy? ¿Tienen un baremo calculado de cuánto tarda la gente en quitarse el sujetador y volverse a poner la camisa? Hoy porque lo tenía poco incrustado, pues hacía menos de una hora me lo acababa de poner, que si no, me pilla en el forcejeo y menuda imagen se le queda clavada en la retina para siempre al pobre hombre).
Hallábame yo muy tranquila esta mañana cuando me he levantado sin saber qué me iba a deparar el inminente futuro. Tenía todo preparado para desayunar, ducharme, arreglarme e ir al hospital donde debían hacerme una sencilla prueba de cuyo nombre no puedo acordarme. Y allá que me he ido. Me ha recibido un joven hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco (aunque no le he visto el rocín por ninguna parte, pero seguro que era flaco con los tiempos que corren). El galgo corredor, mejor ni lo mento. Y dirigiéndose a mí me ha dicho: Señora (vamos, empezamos mal) Dintel, pase al vestuario y quítese todo lo que lleve metálico. Suerte que una es precavida y ya había dejado todas las prótesis y tuercas en casa. Si lleva sujetador también (este tío me está vacilando, ¿no ve la repisa, el alero, la cornisa, el saliente, las cachotetasquetraigopuestas? ¡Cómo no voy a llevar sujetador! Llevo sujetador, amarres, remaches y hasta contrafuertes, además de un dispositivo debajo de cada una que las sustenta sobre unas férreas columnillas hasta el suelo en cuyos extremos hay unas ruedecitas que nos (no es plural mayestático, no, es que en este caso somos tres) ayudan en los desplazamientos, como si de piedras piramidales se tratasen). La ropa se la puede dejar puesta. Ahora vengo a por usted. Y me cierra la puerta del vestuario. Con la rapidez que me caracteriza me saco la chaqueta, me desabrocho la camisa, me la quito, me ayudo con las dos manos a liberar los corchetes del sujetador y con cuidado lo desempotro o lo desincrusto (no sé qué término es más exacto) de entre el michelín y la soteta. Me vuelvo a poner la camisa y en ello andaba cuando el joven hidalgo ha abierto la puerta del vestuario preguntando: ¿ya está? (perdón, me he perdido, ¿no debía preguntarlo con la puerta cerrada? ¿Y si no estoy? ¿Tienen un baremo calculado de cuánto tarda la gente en quitarse el sujetador y volverse a poner la camisa? Hoy porque lo tenía poco incrustado, pues hacía menos de una hora me lo acababa de poner, que si no, me pilla en el forcejeo y menuda imagen se le queda clavada en la retina para siempre al pobre hombre).
Así, que me ha llevado a la sala donde estaba la máquina y
con voz muy amable ha explicado a “la señora”, cómo debía colocarse en el tubo
a la vez que me ayudaba a hacerlo. La postura era talqueasín:
Póngase estirada boca abajo, el brazo extendido dentro de esta cápsula y ahora se lo voy a sujetar para que no lo mueva. Así que ha empezado a poner almohadillas y cojincillos hasta que no lo podía mover y ha cerrado la tapa de la capsula. Como lo tenía que tener estirado del todo, mi cara chocaba contra el vértice de la cápsula, así que me ha hecho estirar el otro brazo paralelo al encapsulado y me ha ladeado la cabeza para que la apoyara sobre él. Señora, apoye la barriga (¡qué coño barriga! ¿Que no ve que me queda separada casi treinta y cinco centímetros de tierra si no cuento la altura del pezón?) Y ya me lo veía yo, subiéndose en mi culo para que la barriga bajara y poderme cerrar las sujeciones para no moverme. Me ha puesto unos auriculares porque era una prueba sónica y me ha colocado en la mano una pera para que la apretara si no aguantaba dentro del tubo (¿tubo, qué tubo?). Estará de veinte minutos a media hora. Y diciendo esto se ha ido. El aparato ha empezado a moverse, me ha introducido dentro del tubo y han empezado los pitidos. El tiempo parecía que no pasaba. De vez en cuando como si de Dios se tratase se oía una voz por megafonía: ¿está bien, señora? Y a duras penas podía contestar que sí. Con la sien apretada contra el vértice capsuliano, el brazo derecho totalmente estirado, el bicep izquierdo contracturándose por minutos, la oreja pegada a este, picando del roce con la camisa. Las vértebras lumbares dobladas al revés, el cóxis, mejor no hablar del cóxis, “coxiacaso”, iban pasando los minutos como si fueran años. Pero en esta vida todo acaba un momento u otro, así que de pronto se empieza a mover de nuevo la máquina para afuera del tubo, el joven hidalgo me ha soltado las correas y me ha liberado el brazo. Ya se puede levantar (eso me gustaría pero el entumecimiento llega a tal punto que no soy capaz de hacerlo estando boca abajo). Intento moverme y no puedo, tengo un tirón en todos los músculos del cuerpo. Al final, me ayuda a incorporarme entre mis huys y mis ays. Mi cuerpo está totalmente descompuesto; me duelen músculos y las zonas que no sabía que existían, me siento totalmente en tensión y un ligero tembleque empieza a aparecer en manos y piernas, y lo peor de todo: mis pezones sobresalen por los omoplatos, ¡cómo ha podido tenerme media hora boca abajo este despiadado hidalgo! Mi cuerpo no está hecho para vejeces.
Póngase estirada boca abajo, el brazo extendido dentro de esta cápsula y ahora se lo voy a sujetar para que no lo mueva. Así que ha empezado a poner almohadillas y cojincillos hasta que no lo podía mover y ha cerrado la tapa de la capsula. Como lo tenía que tener estirado del todo, mi cara chocaba contra el vértice de la cápsula, así que me ha hecho estirar el otro brazo paralelo al encapsulado y me ha ladeado la cabeza para que la apoyara sobre él. Señora, apoye la barriga (¡qué coño barriga! ¿Que no ve que me queda separada casi treinta y cinco centímetros de tierra si no cuento la altura del pezón?) Y ya me lo veía yo, subiéndose en mi culo para que la barriga bajara y poderme cerrar las sujeciones para no moverme. Me ha puesto unos auriculares porque era una prueba sónica y me ha colocado en la mano una pera para que la apretara si no aguantaba dentro del tubo (¿tubo, qué tubo?). Estará de veinte minutos a media hora. Y diciendo esto se ha ido. El aparato ha empezado a moverse, me ha introducido dentro del tubo y han empezado los pitidos. El tiempo parecía que no pasaba. De vez en cuando como si de Dios se tratase se oía una voz por megafonía: ¿está bien, señora? Y a duras penas podía contestar que sí. Con la sien apretada contra el vértice capsuliano, el brazo derecho totalmente estirado, el bicep izquierdo contracturándose por minutos, la oreja pegada a este, picando del roce con la camisa. Las vértebras lumbares dobladas al revés, el cóxis, mejor no hablar del cóxis, “coxiacaso”, iban pasando los minutos como si fueran años. Pero en esta vida todo acaba un momento u otro, así que de pronto se empieza a mover de nuevo la máquina para afuera del tubo, el joven hidalgo me ha soltado las correas y me ha liberado el brazo. Ya se puede levantar (eso me gustaría pero el entumecimiento llega a tal punto que no soy capaz de hacerlo estando boca abajo). Intento moverme y no puedo, tengo un tirón en todos los músculos del cuerpo. Al final, me ayuda a incorporarme entre mis huys y mis ays. Mi cuerpo está totalmente descompuesto; me duelen músculos y las zonas que no sabía que existían, me siento totalmente en tensión y un ligero tembleque empieza a aparecer en manos y piernas, y lo peor de todo: mis pezones sobresalen por los omoplatos, ¡cómo ha podido tenerme media hora boca abajo este despiadado hidalgo! Mi cuerpo no está hecho para vejeces.
9/3/12
Ladrona de guante blanco manchado de tinta azul
Robo sentimientos. No sé si debiera darme vergüenza
admitirlo o hacerlo, pero ninguna de las dos cosas me la da. Soy feliz con este
trabajo y con esa doble vida que llevo. A primera vista, parezco inofensiva,
más bien un poco inútil para este mundo social lleno de amistades y amores.
Paso por la vida, sin pena ni gloria, viviendo las emociones que me da mi
trabajo remunerado, que no sé si son muchas o pocas, pero son las que tengo.
Pero en realidad, soy como una fiera en su hábitat perfecto, lleno de personas
a quien sustraer parte de su vida, de sus pensamientos, de sus sentimientos. Me
acerco sigilosamente a observar a mi presa. La vigilo y la sigo durante muchos
días, me siento a su lado a oír, a ver y a escuchar. Como buena depredadora
siempre ando al acecho de lágrimas derramadas, alegrías de alma y corazones que
encuentran otros corazones donde reflejarse. Y robo, y robo, y robo; robo sus
historias, sus lamentos, lo que piensan, lo que sienten, lo que saben y lo que
no saben; convierto todo mi botín en palabras, en frases, en textos. Escribo,
leo, guardo. Guardo mi tesoro compuesto
por cada una de estas joyitas que
sustraigo sin que se den cuenta, aquí, bajo el dintel de esta desvencijada puerta
de bisagras oxidadas, cerrada con doble vuelta de llave.
Pero, cariño, y ahora te hablo a ti directamente, desde que te robé el primer sentimiento me quedé prendada de ti. Y ese sentimiento robado se ha atrincherado dentro de mi ser. Mi doble vida ya no me interesa nada. Ahora, lo que te robo, porque no he dejado de hacerlo, lo guardo para mí en la mejor caja fuerte que existe: mi corazón.
Pero, cariño, y ahora te hablo a ti directamente, desde que te robé el primer sentimiento me quedé prendada de ti. Y ese sentimiento robado se ha atrincherado dentro de mi ser. Mi doble vida ya no me interesa nada. Ahora, lo que te robo, porque no he dejado de hacerlo, lo guardo para mí en la mejor caja fuerte que existe: mi corazón.
8/3/12
Sin necesidad de titular
Resquebrajaste lunas mientras las olas mantenían el tempo de tu añoranza, mientras tus pies se hundían en la mojada arena de la orilla sin atreverse a emprender el camino hacia mí. Dejabas que las olas mimaran tus tobillos y entornabas los ojos para recuperar mi imagen, cada vez más diluida en el tiempo y absolutamente en el espacio. A veces, te sentabas en las rocas y respirabas hondo, profundamente, buscando que el mismo aire acariciara tu alma herida de silencioso amor. Y mirabas hacia el infinito como si intuyeras que yo estaba allí, viviendo en la inopia de la costumbre. En ese instante, la ola revoltosa, atenta a tu persona, rompía con más fuerza para salpicarte con sus gotas saladas y confundirse entre tus lágrimas. Lágrimas sosegadas que humedecían todos los azules y se perdían en tu sonrisa, que emulaba el quedo deseo de vivir un sueño. ¡Tantas veces tu mano ha acariciado la tibia arena de la tarde y la soledad! Por la noche, tumbada en la intimidad de la cama, cuántas veces no habrás recreado esa misma escena mientras que la luna, empática, se resquebrajaba por cada gota de amor que no me has dado…
7/3/12
Adivinanza
He guardado en un bolsillo lo que aún no sé si de verdad es
mío. Pero intentaré que siempre esté ahí, a mano, tu mano.
6/3/12
Confesión de una yeday
Diosa de las emociones, de las sensaciones y de los
sentimientos, me arrodillo ante ti, como antes lo hicieran muchas, implorando
por mi corazón. Solo te pido que su nombre quede grabado en mi alma de forma
perpetua, a fuego, y que su amor atavíe mi ternura y me saque de la locura en
la que estoy cayendo. Domina el deseo que ahora me domina a mí y si por pedir
no queda, que la fuerza me acompañe.
Solo entiendo de infinitos
Te busqué en la vida y no estabas. Te busqué en lo efímero del sueño. Te busqué en los rincones de mi boca y en el palpitar de mis caricias. Y buscando y buscando, caminé hacia donde todo tiende. Ahí dónde el número se hace luz y el deseo se encuentra contigo.
5/3/12
La ducha
Necesitaba no perder tu caricia, la sensación de tu piel
contra la mía, que tu olor pintara mi cuerpo, que el deseo latiera en mis
infiernos. Necesitaba abandonarme en tus
brazos, que apresaras mi boca en tu boca, notar el sabor de tus besos y latir
al compas de tu aliento. Necesitaba que me hicieras tuya, que me excitaras
hasta la locura, perderme la noche en tu sexo y mirarte a los ojos en silencio,
desde dentro.
Tanto lo necesitaba que bajo la ducha dejé que el agua fuera tu mano, la conduje por lugares prohibidos que solo para ti guardo. Y mientras caía ligera y caliente por la nuca, me ayudaba yo con mi mano, disfrutando, poco a poco, de ti en tu ausencia, con los ojos cerrados y los labios apretados, deseando ese beso, que todavía, ahora, no me has entregado.
Tanto lo necesitaba que bajo la ducha dejé que el agua fuera tu mano, la conduje por lugares prohibidos que solo para ti guardo. Y mientras caía ligera y caliente por la nuca, me ayudaba yo con mi mano, disfrutando, poco a poco, de ti en tu ausencia, con los ojos cerrados y los labios apretados, deseando ese beso, que todavía, ahora, no me has entregado.
Daga
Nunca supe quien había detrás de mis palabras, escondite
perfecto entre la voz y el silencio, donde guardar las miserias que el mundo ha
tenido a bien otorgarme. Recuerdo que una vez luché por alguien y como perro
apaleado lamí mis heridas en la cuneta de cualquier camino, durante muchas
noches, durante muchos días. El dolor protege de todo, diluye los deseos y los
convierte en una masa de costumbre que te acompaña en cada acto, no quiero ni
pensar que eso es a lo que llaman vivir. Sentada junto a una vela pacto con la
noche; las sombras huyen de los cuerpos cuando suena el crudo pensamiento. No
soy nadie, no soy nada, un cúmulo de toscos fantasmas huraños por recordar que
nunca he sido amada. Y en húmeda pared de la noche, la sombra enflaquecida de
mi autoestima tiembla extenuada bajo la luz de tu vela hasta que la muerte me
venga a buscar al alba. Me encontrará sangrando, despierta, con tu nombre
clavado en el alma.
4/3/12
Phoenicoperus
Pero he vuelto. He resucitado del país de los muertos. Ahora
ando ocupada, limpiando de malvas mis sentimientos, pintando de amor ese color
tan mortecino de mis ojos que nunca me sentó bien y vivificando proyectos
inconclusos del alma. Ando ocupada desempañando espejos.
3/3/12
Tu mano
Tu mano, atrevida, atraviesa mi espacio vital para coger la
mía, que se pega contra la tuya al contacto de la calidez de tu palma, como si toda
la vida hubiera estado esperando este instante. Cambia la respiración en
nuestros cuerpos. Noto, mis dedos entre tus dedos, el temblor de conocer la
fragilidad del gesto y de no querer que se rompa el momento. Te siento tan dentro.
1/3/12
Suscribirse a:
Entradas (Atom)