Nunca supe quien había detrás de mis palabras, escondite
perfecto entre la voz y el silencio, donde guardar las miserias que el mundo ha
tenido a bien otorgarme. Recuerdo que una vez luché por alguien y como perro
apaleado lamí mis heridas en la cuneta de cualquier camino, durante muchas
noches, durante muchos días. El dolor protege de todo, diluye los deseos y los
convierte en una masa de costumbre que te acompaña en cada acto, no quiero ni
pensar que eso es a lo que llaman vivir. Sentada junto a una vela pacto con la
noche; las sombras huyen de los cuerpos cuando suena el crudo pensamiento. No
soy nadie, no soy nada, un cúmulo de toscos fantasmas huraños por recordar que
nunca he sido amada. Y en húmeda pared de la noche, la sombra enflaquecida de
mi autoestima tiembla extenuada bajo la luz de tu vela hasta que la muerte me
venga a buscar al alba. Me encontrará sangrando, despierta, con tu nombre
clavado en el alma.
1 comentario:
¡Ey me ha encantado tu entrada! La manera en la que escribes.
Ya me leo más del blog con gusto.
Saludos.
Publicar un comentario