8/3/12

Sin necesidad de titular

Resquebrajaste lunas mientras las olas mantenían el tempo de tu añoranza, mientras tus pies se hundían en la mojada arena de la orilla sin atreverse a emprender el camino hacia mí. Dejabas que las olas mimaran tus tobillos y entornabas los ojos para recuperar mi imagen, cada vez más diluida en el tiempo y absolutamente en el espacio. A veces, te sentabas en las rocas y respirabas hondo, profundamente, buscando que el mismo aire acariciara tu alma herida de silencioso amor. Y mirabas hacia el infinito como si intuyeras que yo estaba allí, viviendo en la inopia de la costumbre. En ese instante, la ola revoltosa, atenta a tu persona, rompía con más fuerza para salpicarte con sus gotas saladas y confundirse entre tus lágrimas. Lágrimas sosegadas que humedecían todos los azules y se perdían en tu sonrisa, que emulaba el quedo deseo de vivir un sueño. ¡Tantas veces tu mano ha acariciado la tibia arena de la tarde y la soledad! Por la noche, tumbada en la intimidad de la cama, cuántas veces no habrás recreado esa misma escena mientras que la luna, empática, se resquebrajaba por cada gota de amor que no me has dado…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta vez la mágia de las musas, ha llenado hasta los espacios entre tus palabras.

Besos