Me dijeron ayer: “cuando la gente se dé cuenta de que no es
un día más sino uno menos, aprenderá a apreciar la vida”.
No sé de dónde sacó la frase mi interlocutora, pero hizo
mella en mí ya que soy muy consciente de su significado. Tanto, que tengo la
sensación de estar perdiendo el tiempo esperando que ocurra algo en mi vida.
Quiero cambiar cosas. No porque no me gusten, sino porque me conducen a una
espiral de soledad en la que ya me he cansado de estar. ¡Pero qué pereza dan
los cambios!
Me maravilla descubrir que a pesar de no querer estar en las
circunstancias que estoy, no muevo ni un ápice de mí para intentar caminar en alguna
dirección. Me engaño: “con la intención ya vale”.
Supongo que cuando estás metida en el pozo, la mera
intención de querer salir ya provoca algún tipo de cambio anímico que a la
larga (o en breve) te alejará del agujero. Pero yo ya no estoy en ningún lodazal
y todos los cambios anímicos, psíquicos y espirituales los hice en su momento.
Soy consciente que ahora me toca mover ficha, vamos, que me toca mover el culo
y cambiar mis circunstancias, mis periferias y mis circunvalaciones.
¡Qué bien se está desde el sofá listando todos los nuevos
propósitos a hacer! Parece que ya hayas avanzado un montón pero sigues
moviéndote en la intención y no en el hecho. Y no es que estos replanteamientos
me vengan con estas fiestas, llevo desde antes del verano con toda esta movida, ¿o debería decir apoltronamiento?
4 comentarios:
cada día puede ser el día en que todo cambie. Despertar un día y decir, hoy. Mañana puede ser demasiado tarde. alonit
Nonono, yo creo que el paso de visualizar lo que queremos, mapas mentales y todas estas cosas son necesarias. Eso sí, una vez ya sabes realmente lo que quieres (cosa que no es fácil) hay que posar fil a l'agulla.
alonit, por supuesto, tienes razón. Y digo: ¡hoy!
Nosu, con lo que me cuesta enhebrar. Pero... seguiremos intentándolo.
Publicar un comentario