29/1/18

Cerrando puertas

Resulta que pisé el lugar dos veces y este fin de semana no podía faltar al cierre del local. Nunca me gustó mucho. Supongo que por el hecho de no estar del todo fuerte (llamémoslo así). La primera vez fui sola y tal como entré, sin cruzar ni una palabra con nadie, salí al cabo de un par de horas y me fui andando para casa pensando en esa capacidad mía de la invisibilidad.

La segunda vez fui con una amiga. A llorar de nuestras penas o a carcajearnos de nosotras mismas, no sabría precisar. Acabamos jugando al billar con una perfecta desconocida algo más entonada que cualquier tuna.
Y esta vez, el motivo de la asistencia era porque cerraba. El maravilloso y casi único local lésbico que había, cerraba. Y por supuesto, se requería nuestra asistencia, como si de uno de mis clubs favoritos se tratase.

No puedo negar que me lo pasé muy bien. Hice mucha gala de mi invisibilidad, y disfruté sintiéndome ajena a todo lo que pasaba allí. Recordé por un momento a la prensa en zonas de guerra y estuve toda la noche viendo la idiosincrasia de las mujeres que por allí se movían.

Una castaña de pelo rizado que iba con su novia, cada vez que pasaba por nuestro lado le tocaba el culo a una de las chicas que estaba con nosotras. Yo no daba crédito. Me encantaba. Es más, ahora mientras escribo no puedo dejar de carcajearme del tema. Al final, parece ser que acompañó a su chica que se iba y cuando volvió empezó a flirtear con una mientras tiraba la caña a la que le había estado tocando el culo.

Aquella noche, la gente bebió bastante. No porque el local sirviera demasiado alcohol, ya que apenas alcanzadas y las once y media ya no tenía cervezas y repartía una especie de chupito herbáceo alimonado que la gente luchaba por sacárselo de las manos. En un momento dado, vino una chica a saludar y nos la presentaron y ni corta ni perezosa le estampa un pico a mi amiga. Cuando va a hacer lo mismo conmigo no me dejo y me coge por la nuca e intenta de nuevo. Yo me pongo en plan comando resistencia y al final se dio por vencida, eso sí, enfadada conmigo porque dijo que era una estirada.

¡Qué coño estirada! ¡Yo beso a quien me da la gana! Y si esto es ser estirada, pues tengo todos los puntos. He dicho.

¡Qué lejos me siento del ambiente! ¡Y qué pereza!

2 comentarios:

Nosu dijo...

Nos hemos quedado huérfanas. Uno de esos sitios que a pesar de no haber ido mucho, siempre pienso que debería haber ido más.

dintel dijo...

Nosu, me enteré que hacían conciertos, lecturas de libros y otras actividades. Me entero el día que cierran, ya me vale.