De un tiempo a esta parte, lo poco que salgo, lo hago con
mis exs. A pesar de querérmelas con locura, son los momentos más surrealistas
que estoy viviendo. Se sientan delante de mí, o a mí lado y se preocupan por mi estado de
soledad, de encierro; me dan consejos para volver a conocer a gente, a alguien,
bien sea trabajándome la armonía interna, bien sea intentando algún tipo de
activismo lésbico, bien sea como sea.
Sonrío y les afirmo que eso es lo que voy a hacer y vuelvo a
casa con el corazón contento por haberlas amado y triste por no tener a quien
amar. Por la noche, doy vueltas y vueltas y más vueltas a estas conversaciones.
Me encorajo y me prometo que de mañana no pasa, que voy a seguir los consejos
de mis exs. Me hago grande en mi cama y todo, sin los pies en el suelo, me
parece factible, fácil de conseguir. Me remuevo, giro para un lado, giro para
el otro, cubierta de adrenalina y con el cerebro acelerado; decisión: de mañana
no pasa.
Al día siguiente, me levanto sin hacer ruido y camino de
puntillas, no quiero despertar a mi Ego. Nada ha cambiado, mi decisión se quedó
entre la noche y las sábanas. El pasillo hasta el lavabo me parece largo,
imaginad cómo me parece la vida.
Pero por la noche, decidida, me lanzo a bares de ambiente (la
esperanza, de trabajo silencioso, se ha ocupado de sacar a la decisión de la
cama). Tras años de no pisarlos, nada ha cambiado, gente tomando copas, música
más fuerte de lo que me gustaría, grupos cerrados de amistades, eterna barra de
bar.
Pero yo sí que he cambiado. Ya viví múltiples noches de
juerga. Ahora prefiero cenas, excursiones y conversaciones, museos, libros y
paseos.
¿Dónde se encuentran las mujeres cómo yo? No creo que sea la
única en esta misma situación.
Vuelvo sola a casa, como de costumbre y sigo sin poder
dormir. No le veo salida a mi soledad, me hundo entre las sábanas y acepto mi
realidad como si de un castigo se tratase. Mi cabeza intenta dormir mientras que
mi corazón con un leve susurro, sigue preguntándose: ¿dónde se encuentran las
mujeres como yo?
7 comentarios:
"¿Dónde están las mujeres como yo?", eso mismo se preguntaba una amiga mía soltera el otro día mientras cenábamos.
Con lo que me costó a mí encontrar a Id...! Cuando ya no tenía esperanzas de conocer a nadie apareció gracias a los blogs.
Ahora se lleva más el rollo Tinder, pero no sé si me las sabría arreglar en el mundo de las apps de ligue...
Ya verás como cuando menos te lo esperes aparecerá una mujer interesante ;)
Pero para que aparezca alguien, debo cambiar mi realidad y no sé cómo hacerlo.
completamente de acuerdo en que el amor no se puede servir a la carta, pero cuando nos sentimos abiertas a una nueva relación sí podemos propiciar la ocasión de conocer a alguien especial activando nuestra vida social. Bares, aplicaciones de citas, asociaciones.. todo vale. Eso sí, paciencia y buen humor. alonit
Yo creo que deberíamos montar alguna asociación o algo para que se reúnan "las muejres como yo" alejadas de bares y apps de ligue.
Aparecer en el momento más inesperado quizá aparece, lo que pasa es que no tenemos paciencia. Tener que esperar años es un churro
Hiro, me he puesto en modo "cuanto menos me lo espero", a ver si tienes razón.
Felicidades por tu encuentro. Lo mio entra dentro de los hallazgos arqueológicos, creo.
alonit, paciencia y buen humor, paciencia y buen humor, paciencia y mecagoentó... (ya se me atrastó el mantra).
Nosu, te sigo, monta asociación, que lo mismo somos dos... (¡¿dos?!)
Paciencia, estoy de acuerdo, pero como no me mueva un poco no creo que aparezca por mi comedor, porque si lo hiciera, creo que no me convendría... (¡y qué susto!)
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