Me he comprado dos libros; uno de álgebra y otro de
aritmética. Llevan incluidos, teorías, demostraciones y corolarios. El de
aritmética contiene una serie de ejercicios en los que te piden que demuestres
algunas igualdades o desigualdades. El caso es que desde que me los compré, me
ha dado por volver a escribir y casi no les estoy dedicando nada de tiempo.
Para ser sincera, nada de tiempo. Y los tengo aquí, encima de la mesa del
comedor. Cada vez que paso, los cojo y los hojeo y los acaricio y los huelo.
Después, los vuelvo a dejar con mucho cuidado encima de la mesa y enciendo el
portátil y me pongo a escribir.
Desde hace unos días, he instalado una sucursal de mi
despacho en la mesa del comedor. Tan en serio lo he hecho que ha plantificado
una lámpara de escritorio y hago atravesar un alargo por el suelo hasta el
enchufe de mi habitación. Siempre he sido una persona correcta en la
utilización de los lugares y los objetos. Parece ser que me he cansado. Me
apetece la luz exterior, y esa entra a chorros en el comedor de mi casa. Así,
que aquí estoy.
Nunca antes había hecho nada parecido. Claro que tampoco me
había comprado unos libros de álgebra y aritmética para acariciarlos. ¿Esto
empieza a tener que ver con la inmadurez del córtex frontal?
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