8/10/19

Noches de serenatas e insomnio


¡Vamos! ¡Increíble! Después de levantarme un día de madrugada y encender la luz de la cocina y descubrir a dos cucarachas, una macho (alargada y plana) y otra hembra (más pequeña y semiesférica), cargada de huevos, seguro, paseándose por mi mármol en busca de cualquier rincón húmedo y oscuro para fabricar su nido, ahora me toca esto.

Ayer noche me hallaba en el más profundo de los sueños cuando de repente de despertó algo. Al principio, no fui consciente de ello, seguía adormecida y algo molesta por caer así, de golpe, de brazos de Morpheo. Pero poco a poco, lo oí; ¿qué era ese ruido?, ¿una lavadora a las cuatro y cinco de la mañana? Cómo chirriaba, el trasto ese. Así, que me levanté y me dirigí a la galería interior, la que da al patinejo y a medida que me fui acercando lo entendí en seguida. No era una lavadora; era una chicharra. ¿Cómo había ido a parar una chicharra a un patio de luces? En menos que canta un gallo varios vecinos, despertados por el ric-rac chicharril se dieron cita en sus respectivas galerías hablando a voz de grito de un piso a otro. Se acercaban las cuatro y veinte de la madrugada. Yo no podía dar crédito, ante tal surrealismo. Me mantuve callada la hora y media que estuvimos allá, amenizados, en todo momento, por el acompasado rasgar de las patas del “puto bicho” como ya lo había apodado alguien. Al cabo de nada me retiré porque estaba que me caía de sueño. Cerré todas las ventanas y puertas de todas las habitaciones que daban a ese patinejo y a pesar que desde la habitación también se podía oír, en la lejanía, su canto, me quedé dormida de nuevo.

Al despertar, a las nueve y algo, ya no cantaba. Supongo que llevan a rajatabla su reloj biológico. Pero esta tarde en cuanto ha empezado a anochecer de nuevo y con más intensidad (se ve que a principio de la noche como no está cansado tiene más ímpetu) ha empezado de nuevo su espectáculo. Me he desesperado un poco. Tanto, que he cogido el ordenador y me he puesto a escribir este post. Pero lo que más me ha desvelado es que he buscado en el Google del móvil: ¿cuánto viven los grillos? Y me ha contestado impasible como siempre: “En la naturaleza los grillos pueden vivir entre 3 y 12 meses”.  Tengo los pelos como escarpias al ver lo que me espera. No somos nadie.

6 comentarios:

NOOR dijo...

Entre tantos hobbies q usted tiene puede añadir crianza de insectos varios...cucarachas..chicharras...
Yo q vivo en plena naturaleza..te puedo enviar algun bichino mas..hormigas..polillas..avispas....
Lo q haga falta por añadir mas hobbies en su vida..
A su disposicion...ejem

Laura dijo...

Pues como se enamore y tenga crías... Jajaja no te queda ná!
Porque digo yo que las chicharras también se deben de enamorar, no? 😄 Ánimo!
Yo me compré tapones para los oídos...putos grillos...
Un ratito guay... Pero horas y horas... Ya no tan guay.
Perdona la broma...
Beso grande

dintel dijo...

NOOR, eso parece, es una señal para que me dedique a la cría de insectos y demases. Aunque por ahora me sigo aferrando a la escritura.

dintel dijo...

Laura, la chicharra es peor que un grillo. Comentaban que llegan a explotar de tanto "cantar" (no sé si creérmelo). El caso es que un buen insecticida hace milagros, me dijo el conserje con una sonrisa. Ya no canta.

Laura dijo...

Jajajaja chim pum y se acabó.

dintel dijo...

Laura, eso es lo que ha pasado.