Te veo, aunque no quiera mostrar que te miro. Te siento y
desacompasada me tambaleo por los eternos pasillos de la añoranza. Quiero
reconfortarme y no puedo, síndrome del miembro fantasma.
Me admiro de dominar las leyes estáticas que de reojo
acompañan tu caminar. Estoy a tu lado sin estarlo y se cierra tu costado
alejando mi disculpa. Que no fue culpa si no delito, alejarte en mis tropiezos,
cuando la inercia tendía a caer en tus brazos de pleno.
Entre la multitud, apresurada, te alejas y te voy perdiendo.
Cómo siento este invierno lejos de tu cálida morada.
Cayóseme el velo de la ilusión y dejó de ser altruista la
suerte, consciente de que no estás, el dolor vuelve y arremete.
Nota: Este texto lo escribí en otro momento de mi vida.
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