Empecé la relación siendo consciente de que no debía hacerlo. Alicia estaba enamorada de otra, de bien lejos. Lo único que jugaba a mi favor con Alicia es que yo la tenía a veinte minutos de casa. Yo me enamoré enseguida de ella. Al principio todo fue bien, hasta que la otra, Lejana, se enteró de que yo existía y una noche llamó veinte veces a Alicia abandonando, esta, mi cama. Dolió, sí, pero callé. Viendo a Alicia enamorada de la otra, viéndola sufrir por sentirse culpable del daño que a Lejana le había hecho con mi presencia, viéndola desconcertada como una niña, cogí y saqué un billete para que se fuera a conocerla. El fin de semana ese me sentí fatal. Mi mente sólo trabajó para formar una buena montaña de celos. Las imaginaba juntas, en la cama y no hice otra cosa que llorar. Como era de esperar, cuando volvió, no quería verme. Me dijo que lo único que deseaba era hacer el amor con ella. Más que decírmelo, me lo gritó. Yo desaparecí de su vida, deshecha y derrotada.
Me sorprendió, no tardó en llamarme por teléfono. Volvimos a reiniciar nuestra relación, paralela a la de su amor. Por la noche, cuando Lejana le mandaba un mensaje, me abandonaba donde fuera para correr hasta su ordenador. Yo volvía caminando despacio hacia mi casa, doliendo hasta lo indecible el alma. Pero me daba igual, no me importaba: con tal de estar con ella, me había convertido en alguien que no me gustaba Esa relación lejana murió por su propio peso y Alicia, caída en una depresión empezó a beber más de lo normal. Se pasó mucho tiempo durmiendo en la silla de su despacho, conectada a un Chat. Cuando yo llegaba por la mañana, encontraba su mesa llena de latas vacías de cerveza, la estufa encendida y el perro tendido a sus pies. Esto duró varios meses, hasta que, casi siendo un ultimátum, le ofrecí venirse a vivir a casa. Y se vino.
Se dejaba cuidar y yo me sentía feliz de tenerla a mi lado. La deseaba continuamente. Me había acabado de prender de ella, y aún sabiendo que me llevaba a un extravío se lo consentía gustosamente ya que tenía la esperanza de una revelación aún más profunda, que me prometían sus ojos. Promesa que con el tiempo nunca se vio cumplida. Como hermana gemela del deseo, la angustia también se instaló en mi interior. Anduve siempre con el miedo de que me tendiera la mano y me dijera: “hasta la vista, gracias por todo, ha sido estupendo, vuelvo a mis asuntos”. Con ella me lo esperaba todo en cualquier momento. Era la inseguridad. Pero también era la mujer que yo amaba, la que me besaba, la que me abrazaba y yo ya tenía suficiente. Mientras, yo iba notando como mi amor estallaba.
Alicia no mostraba pasión por nada, ni interés, ni ilusión. Me decía que la felicidad era un engaño, una tontería, un sinsentido y que si no se suicidaba era porque tampoco tenía sentido. Una vez me dijo: lucha tú, yo no pienso luchar por nuestra relación. Y cómo luché por ella. Ahí quedaron mis ilusiones y mi salud. Con Alicia, a mi alrededor, nunca sabía nada de nada. Jamás mi tiempo, la hora siguiente, mi vida entera, han estado tan inseguros.
Apareció una amante. La teoría era: A ti te quiero para pasar la vida pero la necesito a ella porque no conoce mis mierdas y puedo ser como me da la gana. Y se lo consentí. Aprendí a compartirla por no perderla. Me sentía enferma. Estaba perdida en su mundo, un mundo que en realidad estaba muerto. Y empecé a sentir miedo de haber perdido el mío. Lo lógico era creer que en el momento que yo lo sacrificara todo, ella se iría. Desaparecía continuamente de casa. Me quedaba, entonces, sentada en el sofá, sin hacer nada, con la mirada vuelta hacia mi interior y teniendo la impresión de haberla soñado. Cuando regresaba, corría a recibirla saltando como un perrito, llena de alegría y esperanza, olvidando, en el momento, el mal rato que me había hecho pasar. Le sentaba muy bien la desaparición repentina.
A veces, me sentía cansada y se me debía notar en la cara, pero ella sólo notaba el deseo que había en mí. Siempre se ha dado cuenta de aquello que le conviene. Lo quería todo fácil, huía de cualquier esfuerzo. La ventaja que yo tenía es que al mostrarse tan pasota conmigo no había problemas de susceptibilidades.
Un día le dije que la amaba y que era del todo cierto que si fuera capaz de hacerlo dejaría de amarla inmediatamente, que ella no era ninguna ganga. Le dio igual. Cuando salíamos, veía como su forma de ser atraía como si estuviera coqueteando. Alguien que pasa de todo y está de vuelta atrae mucho. Empecé a pensar que la razón es una forma de locura. Alicia me lo razonaba todo: no creía en la felicidad, no valía la pena tener esperanzas, no pensaba luchar, la vida era un asco y estábamos ahí y no tocaba otra que dejar pasar el tiempo. Y me lo razonaba y me hacía perder la esencia de todo lo que yo siempre había creído. Me hacía jugar en los límites de la depresión. Y sus palabras, llenas de coherencia, empezaron a ser doctrina para mí. Yo tampoco debía sentirme ni contenta ni feliz, era una tontería, un engañabobos. Más de una vez, pensé que si hubiera sabido que la felicidad existía se hubiera matado. Cambié mi vida totalmente, amigos, trabajo y cosas que me gustaban. Daba igual. No quería perderla de vista. En realidad, no quería perderla. Sólo alcancé a presumir sus sentimientos hacia mí y presumí que no me amaba. Una persona no puede ser así, me repetía continuamente, no puede ser cierto, es parte de su depresión, debe estar muerta. Pero una muerta no se comporta con esa frialdad tan consecuente. ¿Estará loca? Una loca que conserva toda su razón. No la comprendí en su momento, ni ahora que escribo sobre ello, la comprendo. Incluso el prisionero enjaulado mira el cielo a través de los barrotes. Pero en ella no existía el cielo. No existía el tiempo. No había días que se sucedían si no un día homogéneo que era su vida. Y yo que lo compartía con ella, qué perpetua agonía.
Nunca estuvo borracha porque lo estaba siempre, pero el alcohol no era el que guiaba su comportamiento; el alcohol era la causa de su propia desesperación. Un día, desapareció. Hasta bien entrada la noche no fui capaz de llorar. El tiempo pasaba mecánicamente y yo sólo deseaba seguir llorando, prefiriendo siempre el dolor al vacío.
25 comentarios:
Me ha dolido leerlo...
Siento lo que cuentas...y estoy contigo cuando acabas diciendo...
prefiriendo siempre el dolor al vacío. Besitos
Prefieres el dolor? ya somos dos, al menos hemos sentido, aunque el precio a pagar es hardcore...
besicos
Es lo que tiene la realidad, oyes, que se empeña en superar a la ficción, y ¡vaya cómo la supera!
Que manera de sufrir leyendo tu post. Mira que dejarte asi sin más después de tanto quererla.
Que mala leche oye.
Un besito wapa ;)
...entre Alicia y "soiguai" te estás ganando el cielo, dintel...ay, perdón, que el cielo no existe. Pues que la vida te sepa compensar y dejes de abrir puertas de casas en ruinas.
ufff, este se ha convertido en uno de mis blogs favoritos, hasta he citado con amigas el post del credo y del arbol y de la savia... invitandolas a leerte.
wuaw...
y este ultimo relato me dejo sensaciones de cansancio pero tambien de lucha infinitas.
espero poder dedicar mas tiempo a las letras y la musica, lo estoy neecesitando mucho.
un abrazo....
Dice Sandra Cisneros:
"¿Cuál es peor?
Estar siempre sola
o estar con alguien para siempre?"
joder! es increible lo que llegamos a hacer o dejar de hacer por amor... a veces somos idiotas.. yo la primera.
un bso.
Yo me agarro al título: "simplemente literatura". Porque si no es literatura...
Yo no sé que prefiero, ambas opciones me disgustan, dolor-vacio, no hay opción de serenidad?
Dintel,
no se si es literatura o realidad.
Lo que se, es que como me escribiste, vale la pena cruzar el puente??? Creo que lo cruzaste (en el relato) y creo que no se debe elegir el dolor, aunque el dolor nos elija.
Hay que tratar de salir de él.
Alicia vivía muerta... y ella, la otra tenía que VIVIR su propia vida y no la que le ofrecía una persona que no se merecía su amor.
Un abrazo
es curioso el proceso invisible e inaudible que te hace olvidarte de ti misma para pensar sólo en una persona, es doblemente curioso y altamente nocivo cuando esa persona no sufre el mismo proceso hacia ti
una que no puede amar y la otra que no puede dejar de quererla es como amar a destiempo.
¡¡Cuánto AMOR desperdiciado en este relato...!!
Esto ha sido muy duro para mí pero no pude dejar de leerlo.
Me mató "la razón es una forma de locura" porque es lo que ha pasado, y esta pasando en mi vida, demasiada razón, demasiada locura.
Besos desde el Sur.
Me quedé con los gemelos deseo y angustia. Todo el relato parece su enfrentamiento.
Mientras nos dejamos llevar en la cadencia rebosante de tus palabras, olvidamos el título de "simplemente literatura"...es que cala, como un minúsculo escalofrío que nos recorre, o nos corroe en sentimientos que se impregnan, que saben amargos...la hiel de esa vida vacía creciendo, doliendo...y es que al final no hay nada simple en este texto...
Alguien una vez me escribió esto:
Luchar y caer son inevitables (es sabido),
y además imprescindibles (esto ya duele reonocerlo)
Que relato tan triste. Hay que estar muy desesperad@ para vivir en un estado de perpetua oscuridad. Hasta en las más hondas tristezas, a veces, se cuela un rayito de sol.
También prefiero el dolor al vacío.
Saludos
no es tristeza lo que he sentido al leerlo, sino angustia y mucha desesperanza.
un saludo
A veces, nos negamos a ver el camino de descenso que nos destruye. Amar es crecer, de otro modo la razón se convierte en locura y eso, amiga, no es amor. Llamemosle como queramos, pero no es amor.
Uff, tela.
Es bien cierto que el amor es ciego porque cuando se apodera de nosotros una pasión tan inmensa nos olvidamos de que somos antes DE y pasamos a ser POR la otra persona..
Sé que no te consolará que te lo diga, pero sabes qué? te ha hecho un enorme favor al marcharse de tu lado...
un beso y ánimo
Sea literatura o realidad te deja sin palabras...uf,qué manera de amar al desamor...En estas ocasiones a la persona amada hay que dejarla ir porque no nos proporcina amor...¿el amor es dar sin esperar nada a cambio?sí pero no, es decir no es que esperes una respuesta al momento y en igual cantidad o calidad, pero siempre tienes que sentirte correspondida, ...porque el resultado de no serlo es que el amor se transforma en dolor.
Esto tan dolorosamente intenso no se puede escribir sin haberlo experimentado antes de alguna forma...
Que bien escrito. Me has hecho sentir muy cerca de ti. De todo se aprende y te hace más fuerte. Eso es la vida y el amor, estar a veces bordeando un precipicio, que no caer es el triunfo, aunque sufras de vértigo continuo.
Besos solidarios.
Publicar un comentario