Cuando la vi por primera vez, de lejos, no parecía una casa abandonada. Por fuera no se percibía en mal estado aunque sí que se intuía cerrada y con alguna que otra ventana tapiada. No es que me llamara la atención especialmente, pero mi camino iba en aquella dirección, así que esperé a sacar un juicio más fidedigno cuando estuviera más cerca. El senderillo plagado de belleza que acercaba a la construcción se me hizo corto. Una vez delante de la verja que lo separaba del jardín, me paré a contemplar lo que otrora fuera una vivienda. Era majestuosa, sin lugar a dudas. No sé el impulso que sentí, pero empujé la portezuela de la valla y tras el chirrido inicial de quien ha permanecido mucho tiempo inmóvil, se desplazó. Sin pensarlo dos veces, me planté en medio del caminito de piedras que conducía de la vereda a la puerta principal. El jardín, no parecía abandonado, aunque si me fijaba bien, no contenía más que una selección de arbustos y plantas que estaban creciendo con un absoluto libre albedrío. Me acerqué a la puerta y la empujé sin ninguna esperanza de que cediera. Nadie deja la puerta de su casa abierta. Me atraía el misterio de lo prohibido ya que era un allanamiento en toda regla. Empecé a rodear la mansión, intentando ver a través de los cristales de las ventanas, translúcidos por el polvo que el tiempo deposita en el desamparo. En la parte trasera del edificio encontré una ventana rota. No dudé ni un segundo que antes que yo, alguien había intentado acceder al interior. Entré.
Una vez que mis ojos se acostumbraron a los tenues rayos de luz que, insolentes, se colaban desde fuera alumbrando la estancia de forma fantasmagórica, contemplé la orfandad de aquella sala. No se notaba la estima de quien abandona su casa tapando los muebles con una sábana; pensé, entonces, que la desidia y la apatía se habían hecho, lentamente, con ese lugar, hasta llegar a contener sólo los olores que el recuerdo deja. Las puertas del interior de la casa ya no respiraban, hacía tiempo que habían perdido la esperanza y permitían el acceso a todas las estancias. Callaban los susurros y las risas que antes, como fieles custodios, guardaban, transformando ahora, con su mudez, las ilusiones en pulverulentos secretos. Moraba la soledad a sus anchas por todo el interior, hediendo silencio a su paso. Abrí cajones y armarios, sin saber qué era lo que buscaba, inconsciente de que, con ello, sólo conseguía enrarecer la atmósfera de un elíptico vacío. Al final, en una cómoda del pasillo donde se guardaban las sábanas, en el cajón más bajo, encontré un almidonado dolor bien planchado y doblado.
Ahora tengo claro que no pienso irme de tu casa. Abriré las ventanas para que entre la luz de nuevas vivencias. La airearé con música de noveles ilusiones. Limpiaré de dolor, con el paño mi esencia, cada recoveco de tu abandono. Las puertas volverán a cerrar las estancias y a equilibrar los latidos de tu vivir. Y cuando vuelva a tener su antigua actividad, si quieres, entonces y sólo entonces, te permitiré que me eches a patadas.
18 comentarios:
Despues de todo el camino recorrido, abriendo y cerrando cajones, permitiras que te echen sin luchar...ummm...
Besos de buenos días
Es una metáfora? o es la casa solamente...
Yo es que me pregunto...
Besicos
Qué bella forma de describir el estado de un corazón abandonado...
Si estás dispuesta a bruñir toda la plata aunque luego te despidan como doncella... chapeau!! Eso es amor y lo demás, tonterías.
Besos
qué fuerza transmite este texto...
besiños
"Amar es dar sin esperar"
Besos.
Lo importante es que los cimientos estén bien.
El relato, fantástico. La metáfora, exquisita. El concepto del amor, ciento por ciento femenino. Y hasta aquí puedo manifestar.
Qué te puedo decir? El relato me llega por varios lados, ya lo sabes.
Haces que al leerlo uno se pierda entre senderos y espacios únicos. Tienes la capacidad de escribirlo con esa calidad que hace que uno lo tome como propio.
Besos latinos, con construcciones deshechas a la espera de ese ser.
Qué arte.
Un besote wapa.
Está bien que el corazón siempre deje las puertas abiertas para un nuevo dueño, pero no sólo para que le limpie las heridas...sí puede ser amor incondicional,pero no creo en ese tipo de amores, porque el que da sin esperar absolutamente nada a cambio al final es egoismo porque es capaz de estar con un corazón aun sabiendo que ese corazón no siente nada por él... lo mejor que puede hacer el corazón roto es la visita a un psicólogo.
Besitos.
a eso lo llamo yo ser fuerte, estar viva y ser una superviviente, besos
Hola, acabo de conocerte a través del blog de Fini, y tienes un blog que me encanta. Me ha gustado sobre todo esta entrada, me encanta la manera con la que expresas tus sentimientos, es muy bonita. Aquí en mi pueblo, las casas abandonadas también abundan, es más se podría decir que predominan lo que es muy triste aunque nunca se me había ocurrido entrar dentro, quién sabe, tal vez encontrase algo interesante... Lo dicho, bonito blog, hasta otra. Un saludo.
Hay un mundo muy rico en cada casa. Creo que también dentro de ti.
Cosas bellísimas y ciertas que dices en esta entrada. Un encanto.
Besos
ME HA ENCANTADO!! emotivo y con un toque lánquido de añoranza mantiene el suspense hasta el final pero aderezado con una buena dosis de dulzura...me ha encantado Dintel.
Cuando lo estaba leyendo pensaba , Si señor , con un par .
Me gusta leerte , dintel , aparecer y mirar por la cerradura , que de pronto !Zas! se abre y me encuentro dentro de la sala, seguiré, por eso me guardo la llave, para entrar aunque no estés .Besinos
Dar y dar...
sin pedir nada a cambio.
Cambiar esa soledad por colores y presencias... y estar.
Hermoso Dintel
Besos
GUAU!...simplemente genial.
Me identifiqué completamente con la casa...y me gustan las casas abandonadas.
SALUDOS
GUAU!...simplemente genial.
Me identifiqué completamente con la casa...y me gustan las casas abandonadas.
SALUDOS
Publicar un comentario