Lejos quedan aquellos resfriados o gripes adolescentes que
pasaba por la calle, con fiebre, treinta y ocho y pico, disfónica por el
esfuerzo de la tos, con mucosidad en vías altas y demases y congestionándome
hasta tal punto que perdía audición. A mí siempre me ha gustado ir al cole, así
que pasaba de quedarme enferma en casa. Buf, un día en cama, ¡ni por asomo! Así
que ni me molestaba la enfermedad, era incómoda pero se aguantaba bien, si me
lo pasaba bien (que era siempre).
Ahora… ¡ay, ahora! Me empieza a picar el cuello y ya tiemblo
porque eso supone una vorágine de malestares que me encierran en mí misma y me
ponen de malhumor porque me merman facultades. Mucosidades que me provocan tos
y que no puedo toser porque me irritan la garganta y me aumentan mucosidades
que me provocan tos, que me irrita la garganta… y así me paso el resto del
invierno y parte de la primavera. El día de la marmota, pero de la marmota vírica.
2 comentarios:
Joer, debías ser una niña muy rara. No diré que yo dirfrutara de estar malita, pero molaban tantos mimicos, zumos de naranja, comidas preferidas y, sobre todo, poder pasar del colegio. Aunque el c...de Carlitos me traía los deberes, el muy m.... ¡Por qué joderme así mi remoloneo gripal? Eso sí, de joven no dolían tanto los huesos como de mayor por el proceso vírico.
Juli Gan, el proceso vírico es peor que Dar Wader y su puñetera Estrella de la Muerte. De mayor, parece que muera por un jiliputimaricojoneto virus microscópico. Grrrrrr! Atchimmmmm! (¡Salud!). En fin... ejem... dejémoslo aquí.
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