Busco a la mujer de mi vida. Una vez pensé que la había
encontrado y fui muy feliz por ello, pero el tiempo me demostró que no lo
era. ¿Por qué le echo la culpa al tiempo? Ella me demostró que no lo era. Vaya
si lo demostró, con creces. Lo llegó a demostrar tanto que yo perdí mi norte, si
alguna vez lo tuve y entramos en una vorágine de echarnos todas las culpas la
una a la otra. Acumulamos tanto rencor que éramos incapaces de olvidarnos de
todo lo que habíamos hecho que no gustaba a la otra. En fin, castigos
psicológicos, silencios eternos, irnos a la cama sin hablarnos y enfadadas, un
montón de orgullos heridos y rabietas de impotencia.
Y todo era bien fácil de solucionar; solo necesitábamos
saber qué nos pasaba. La teoría del triángulo cambiante: perpetradora, víctima,
salvadora. Pero el conocimiento llegó cuando el amor ya estuvo todo roto,
imposible recomponerlo. Como un jarrón roto y pegado tozo a trozo con
pegamento; pero que ya no luce, y que ya nunca podrá ser aquel jarrón que fue.
Por esto ahora busco a la mujer de mi vida. Una mujer
cuántica. La busco mirando al mar con el sol a mis espaldas. Recitando como un mantra esa idea que tengo
de ella. Siento ya que la amo tanto. No nos hemos encontrado, eso lo dejo en
manos de la física cuántica. Yo sigo construyéndola cada noche con mi voz.
2 comentarios:
Bienvenida al club.
Así estoy yo,jeje
A ver si hay suerte.
Yo para más inri la quiero musa. Jeje.
Saludos
alasdemariposa, huy, yo musa, no. Ya tuve una.
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