Sucumbo en la repetición del gesto; mi mirada pasea vacía de
pensamiento. Un cansancio, que en su tiempo fue anodino, brilla gozoso y
opulento.
Y en el medio del alma, tu cristal, que se clava y se ensaña
sin mediar palabra. Amor lo llamamos en un tiempo, cuando nos besábamos hasta
el alba.
Devorada entre papeles, con la vida deslucida, reviviendo en
la memoria tu tan añorada sonrisa.
Y aunque la luz se deshile, tras tu marcha repentina, amor,
dolor y muerte alumbraran, por siempre, mi pétrea vida.
2 comentarios:
Jodó... Pedazo poema... Me ha emocionado un poco...
Desbodamientos Puntuales, el poema está para ser sentido.
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