Cuando era pequeña pensaba que era la oveja negra de mi
familia. Nunca congeniaba con su sintaxis familiar. Luego descubrí que la
familia se aguanta y los amigos se eligen, por eso, mi sintaxis se hallaba en
mi grupo. Pero eso fue solo en el momento de la adolescencia.
Las obsesiones parece que se van, pero siempre acaban
regresando, es por eso que ahora pienso que soy la oveja negra de mi trabajo. Y
este pensamiento ha emergido de no se sabe dónde con una gran fuerza. No es que
haya habido conflictos que preludiaran mi situación en el rebaño. Pero a veces
carezco de la inteligencia precisa y en este caso se precisaba inteligencia
emocional que dieran cuerpo y garantía a mi situación social.
Dicho esto, no me toca otra que abogar por mi pulcritud
sintáctica y, con premura, pasar con gran envergadura (y no me da la gana de
romper la rima) de todos y cada uno de mis compañeros laborales.
¡Viva el negrismo ovejero!, he dicho.
2 comentarios:
Yo he pasado por algo similar esta semana...
:)
Prefiero ser diferente... estan "agilipollados".--jajaja besos.
Laura, deberemos hacer un grupo de diferentes.
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