3/12/07

Confesiones repletas de pudicia

Me ha despertado el facineroso orgullo reprochándome que no le hago caso. Quiere colapsar mi vida de nuevo. Su fanfarronería es tal que me siento tímida y recatada cada vez que me dirige la palabra. Con su encono natural, me gana la mayoría de batallas. Pero hoy no se lo voy a permitir. No sabe que soy escritora maldita y que puedo convertir su inicuo decir en texto si tengo el beneficio de la certeza.

Malévolo él que se alimenta maliciosamente de mí. A veces convierte mi vida en un safari espiritual haciéndome caminar por vericuetos lindantes a la sociedad bienpensante. Como un cieno se almacena en el fondo de mis pulmones menguando mi capacidad respiratoria. Cuando era joven, me fascinaba que apareciera y rigiera mi vida, ahora, huyo de su hematofagia. Pergeña mi vida cuando me falla el aplomo. Pero se ha acabado, mando yo y él debe obedecerme. Es tal mi decisión y pujanza que no volverá a despertarme ninguna noche más.

3 comentarios:

Blasfuemia dijo...

Sabia decisión.

¡Felices sueños!

Tawaki dijo...

Si das pie al orgullo s capaz de comerse todo lo demás. Muy valiente eres si estás tn segura de poder dominarlo, y me gustaría a mí poder decir lo mismo.

Un saludo

Anónimo dijo...

Si dominas el orgullo seguro que mejorará tu equlibrio emocional. Al menos lo estás intentando y poco a poco lo conseguirás, estoy segura!
Un beso :)