La rectitud se enraizó nada más nacer, fue luego que empezamos a crecer torcidos porque nos han obligado a ver cómo se consumía la cerilla encendida de una utopía que, por coherencia, nunca pudo ser. Y caminamos sin estar libres de cenizas, empolvando todas las palabras que quisimos decir y callamos, y tememos caer en el olvido por andar cargando el cadáver de una razón sin sentido que conduce a la nada.
No conocemos la dirección del trayecto, no poseemos más propulsión que nuestro anhelo, suspiros contenidos que el tiempo ha archivado en el deseo. Sin más mapa que el impulso, ni más brújula que el desespero, nos adentramos en esta vida sin saber que el primer paso ya es salida y no resta más que restar tiempo al tiempo, que es lo mismo que desear y no colmar nuestro anhelo.
2 comentarios:
No lo pedimos, cierto, pero ya que estamos aquí habrá que hacer algo, ¿no?
Abrazos
ayyy qué cierto y qué pena!!! pero no vamos a desesperar...
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