…como siempre lleno de propósitos para que al brindar esta
noche, pueda adquierir la fuerza suficiente y realizarlos durante el año que
empieza. Supongo que esto del “cambio de número” me impulsa al famoso “borrón y
cuenta nueva”. Pero una que es perra y es vieja, ya sabe que no va a cumplir
nada de lo que se proponga. Mañana, en cuanto abra un ojo, seré muy consciente
que estrenar año no es sinónimo de estrenar voluntad y que la otra, a fuerza de
palos, la tengo tan gastada, que no la encuentro en ninguno de mis fueros.
Me he jurado tantas veces que no voy a dejar abandonado el
blog y que volveré a escribir una vez diaria, como antaño, y que dedicaré tiempo a finalizar mi novela,
que he acabado creyéndomelo. Pero la realidad salta a la vista. Nunca encuentro
el momento para ponerme a ello. Siempre estoy cansada o, directamente, no me
apetece. Ya no utilizo el teclado de tamiz y se me quedan las palabras apiñadas
en los dedos y la voluntad vibrando alrededor del alma. Y así vivo, con esta
inquietud, constante y tremenda, que va consumiéndome poco a poco.
Último día del año, lleno de propósitos, los mismos que el
año pasado, y el otro, y el otro. Es lo que tiene no realizarlos, se acumulan
en el túnel de tu tiempo y emborronan el futuro antes de poder estrenarlo.
31/12/13
12/12/13
Entretelas
Hace tiempo que me había comprado este cómic y lo tenía
perdido entre libros leídos. En mi humilde biblioteca ya no caben más por lo
que el orden empieza a desaparecer para dejar paso a la necesidad. Lo encontré
ayer.
Lo he leído saboreándolo porque sé lo que me pasa, me engullo los cómics como si de un canapé se tratara. La historia me suele absorber desde el principio y mirar los dibujos, la forma en que están pintados y la perspectiva de las viñetas después de haber leído tantos me ocupa poco tiempo. Aunque reconozco que en su segunda lectura suelo ir más lenta, buscando todos aquellos detalles que se me habían escapado. De la primera lectura, en cambio, quiero quedarme con el sabor de boca que proporciona la historia. Compartir la inquietud de los personajes, sus luchas y sus logros.
Confieso un secreto: cuando leo novela, no me pasa, pero si es un cómic voy poniendo caras, de esfuerzo si el personaje lo realiza, o de enfado, si está enfadado, me río si él lo hace y sufro a la par. Soy todo un espectáculo en el tren, que es donde me los suelo leer. El otro día, se me acercó una pasajera que comparte vagón conmigo más de una vez y me dijo que se lo pasaba muy bien cuando leía. Me puse roja, os podéis imaginar, como un tomate, de ojeras a escote.
La historia me ha gustado mucho y la forma en que está contada, también, con algún que otro flashback y creo recordar que un flashforward. Es una historia cotidiana contada de una manera cotidiana y no pretende ir más allá de donde va.
Ya me diréis. Recomendada queda.
Lo he leído saboreándolo porque sé lo que me pasa, me engullo los cómics como si de un canapé se tratara. La historia me suele absorber desde el principio y mirar los dibujos, la forma en que están pintados y la perspectiva de las viñetas después de haber leído tantos me ocupa poco tiempo. Aunque reconozco que en su segunda lectura suelo ir más lenta, buscando todos aquellos detalles que se me habían escapado. De la primera lectura, en cambio, quiero quedarme con el sabor de boca que proporciona la historia. Compartir la inquietud de los personajes, sus luchas y sus logros.
Confieso un secreto: cuando leo novela, no me pasa, pero si es un cómic voy poniendo caras, de esfuerzo si el personaje lo realiza, o de enfado, si está enfadado, me río si él lo hace y sufro a la par. Soy todo un espectáculo en el tren, que es donde me los suelo leer. El otro día, se me acercó una pasajera que comparte vagón conmigo más de una vez y me dijo que se lo pasaba muy bien cuando leía. Me puse roja, os podéis imaginar, como un tomate, de ojeras a escote.
La historia me ha gustado mucho y la forma en que está contada, también, con algún que otro flashback y creo recordar que un flashforward. Es una historia cotidiana contada de una manera cotidiana y no pretende ir más allá de donde va.
Ya me diréis. Recomendada queda.
10/12/13
Retales
Le gustaba acabar la
jornada en el bar. No por beber, que bebía, sino más bien por inhibirse entre
el bullicio de conversaciones más altas de lo que debieran, pequeñas porciones
de vida susurradas a un oído amigo y el tintineo de tazas y loza al ser
colocado de nuevo a sitio tras bajarse del tiovivo del lavaplatos.
Se había paseado por el
día trabajando absorta dentro la mecánica de la monotonía que, a fuerza de
hacer, se había ganado el título de lo cotidiano.
Copa de vino blanco si
tomaba patatas, copa de vino negro si eran olivas, observaba a su alrededor e
imaginaba historias con las personas y objetos que veía. No hacía nada más:
observaba e imaginaba. Al principio, sentía vergüenza cuando la descubrían
mirando con interés; peor era si se daban cuenta que escuchaba con atención.
Pero un día tras otro sustrayendo retales de historias ajenas le habían llevado
a rozar el descaro. La gente al descubrirla se sentía incómoda, cosa que le
gustaba cada día más porque le concedía más información.
Dos copas, a lo sumo,
tres. Ninguna más. Pagarlas y a casa. Era su rutina, buscada, deseada y
necesaria. Necesaria para conciliar el sueño.
Puntual como un reloj,
cada amanecer se despertaba regurgitando su vida. Esa vida que le dejaba tan
mal sabor de boca y le obligaba a levantarse en mitad de la noche para
cepillarse los dientes de forma enérgica, casi furiosa, tal como le hubiera
gustado limpiar su vida para mancharla
de nuevo con cualquiera de los retales robados entre copas de vino.
5/12/13
Desganada
A veces me levanto por la
mañana sin ganas de vivir. No encuentro las fuerzas por ningún lado y las
sábanas se pegan a mí, no por sueño, que también, si no como si fueran la
muleta que necesitara. Busco en mi interior y abro todos los grifos que
encuentro para que fluyan las ganas. Aprieto todos los interruptores de mi
mente, por si alguno activa la ilusión. Pero no sirve de nada.
Con cadencia mortuoria,
me dirijo a la ducha, abro el grifo y dejo caer el agua para que vaya
adquiriendo la temperatura deseada. Mientras tanto, me quito el pijama y me
miro en el espejo. Aparentemente, es la imagen de siempre. Solo los ojos,
dichosos espejos, no muestran el acostumbrado brillo. ¡Puñetera sequedad de
desilusión! La ducha, en vez de sentarme bien, me viste con mil gotitas de
tedio que al contrario de resbalar hacia el desagüe se anclan por toda mi piel.
La toalla no es capaz de sacarlas. Al frotar, siento la rasposa esperanza que
me altera y me obliga a abrir los ojos. Supongo que para ver que hoy será un
mal día.
Pero, ¿es que existen
días buenos sin tu amor?
2/12/13
Tachones en mis libretas mejor que en mi vida
Cuando nacemos, nadie nos
dota de un bolígrafo rojo para las correcciones. Erramos y erramos y seguimos
equivocándonos, quizá por esa falta de rojo que nos indica que debemos enmendar
la falta anterior antes de provocar la siguiente. Si lo hiciéramos así,
caeríamos en menos faltas. Pero el empuje al que la sociedad nos somete nos
obliga a avanzar sin tiempo para reflexionar, sin poder retroceder (ni para
coger impulso, se dice) y hacerlo, es ir contracorriente o ser fruto del mundo
Zen, del Yoga, o de todas esas tendencias que frenan la vida y buscan el Yo.
¡Pero esto no es cierto!
Porque la vida, que es sabia, no te permite pasar de una etapa a otra teniendo
asuntos pendientes, ya que a pesar de la no existencia de correcciones en rojo,
el fuero interno, instructor al que debiéramos escuchar más, nos marca todas
aquellas cosas de nuestra vida que necesitan corrección. Es por esto por lo que
escribo, porque entre palabras, siempre puedo mejorar mi pasado.
22/11/13
La cruda realidad
Me informan y leo que uno
de los problemas más graves de esta sociedad, en la que me ha tocado vivir, es
que los niveles de lectura están por los suelos. La comprensión lectora, la
velocidad lectora y el gusto por la lectura fallan por todas partes. Leo y me
informan que es por ello que el buque se hunde, a pesar de que aún quedan
voluntarios que bogan con sus propios brazos.
Incluso me intentaban
convencer de que es necesario cambiar la metodología porque, en la actualidad,
salen al mundo muchos “analfabetos funcionales”, es decir, personas que aún sabiendo leer funcionan como
si no supieran porque a todo aquello que lee no le saben dar uso. Pero,
pensando esta noche, a solas con mis silencios, he llegado a la conclusión de
que no puede existir un cambio real de metodología si antes no se han cambiado
de mentalidad.
Yo no entiendo sobre
educación, ¡vamos! si entendiera estaría yo misma más educada, pero me parece
que vivimos en un país de parches y así no llegamos a ningún sitio. Parecemos
esos juguetillos de cuerda que cuando llegan a un obstáculo chocan y cambian de
dirección hasta que se acaba la cuerda y todas esa energía gastada en el
absurdo movimiento de no llegar a ningún lado se convierte en una patética y
aceptada quietud.
Yo no entiendo de educación,
¡vamos! si entendiera pediría el ministerio. Pero sí que entiendo de realidades
tales como “tiene dificultades en el aprendizaje”, “es un TDAH” o “le cuesta
adquirir nuevos conocimientos”. Nooo paaasaaaa naaadaaaa: le preparamos una
adaptación curricular para primaria, en secundaria que vaya al grupo D, además
de la adaptación y luego ya hará un PQPI, en el que no va a poder entrar porque
quintuplican las demandas de plaza a las ofertadas. Busca corriendo un módulo
de grado medio, el que sea, porque no se va a pasar el chaval todo un año
tirado en el sofá de casa acariciando la posibilidad de ser “Técnico Superior
en Nininismo”. Porque trabajo, ¿quién le va a dar trabajo? En cuanto vean que
es un “analfabeto funcional” (inventamos nombres antes que soluciones) nadie lo
va a querer. Por lo que empieza un módulo, motivador donde los haya, de
“Retuerce cables y pimpollos con soldadura armónica de soslayo”. Al cabo de
tres semanas, el chaval decide que Eso
no es lo suyo y ¡sofá para qué te quiero?
Ahora le va muy bien.
Está en tercero de Ninismo, una de las adaptaciones curriculares más buenas de
esta sociedad en la que vivimos.
Yo no entiendo de
educación, si entendiera no hubiera
tenido hijos.
21/11/13
Tengo que perder peso
Tengo que perder peso. Lo
he notado hoy, por la mañana, cuando al ir a lavarme los dientes se me ha
resbalado el tubo de pasta dentífrica y ha caído al suelo. Cuando me he
agachado para recogerlo no me podía volver a levantar. Mis rodillas no
respondían. Tenía la sensación de que mis músculos no tenían la fuerza
suficiente para devolverme a mi posición vertical, esa bípeda posición típica
del ser humano. Y es que últimamente me siento una piltrafa.
Debo perder peso. No puedo seguir llevando encima los problemas de mi marido: que si no tiene trabajo, que si las niñas hacen mucho ruido y a él le duele la cabeza, que si quiere ver la tele y no hacemos más que reír y molestar. ¿Qué espera?, son niñas con ganas de ser felices.
Tengo que desprenderme del dolor que me causa esa terrible adolescencia de la mayor. Por ahora me sigo imponiendo. ¿Pero, por cuánto tiempo? Está al caer ese rotundo “no” adolescente, ese “no” de “aquímeplantotegusteonoteguste”, ese “no” seguro del descubrimiento hecho de que yo ya no la puedo obligar a nada.
También me pesan y me fatigan mis padres, ya mayores. Mi padre, senilmente feliz, que se mea encima pero no quiere llevar pañal porque él es muy hombre. Mi madre cuidándolo hasta el agotamiento, limpiando y lavando continuamente y siempre teniendo la casa hecha un desastre y la ropa llena de lamparones porque hace años que la Seguridad Social tenía que haberla llamado para operarse de cataratas y no ve las manchas. Eso sí, ambos se encuentran en plenas facultades para vivir solos y tenemos trifulca cada vez que intento sugerir lo contrario.
Debo perder peso, porque con tanta carga adicional ni si quiera puedo verme el ombligo. ¿Y qué es una persona que no puede verse el ombligo?
Debo perder peso. No puedo seguir llevando encima los problemas de mi marido: que si no tiene trabajo, que si las niñas hacen mucho ruido y a él le duele la cabeza, que si quiere ver la tele y no hacemos más que reír y molestar. ¿Qué espera?, son niñas con ganas de ser felices.
Tengo que desprenderme del dolor que me causa esa terrible adolescencia de la mayor. Por ahora me sigo imponiendo. ¿Pero, por cuánto tiempo? Está al caer ese rotundo “no” adolescente, ese “no” de “aquímeplantotegusteonoteguste”, ese “no” seguro del descubrimiento hecho de que yo ya no la puedo obligar a nada.
También me pesan y me fatigan mis padres, ya mayores. Mi padre, senilmente feliz, que se mea encima pero no quiere llevar pañal porque él es muy hombre. Mi madre cuidándolo hasta el agotamiento, limpiando y lavando continuamente y siempre teniendo la casa hecha un desastre y la ropa llena de lamparones porque hace años que la Seguridad Social tenía que haberla llamado para operarse de cataratas y no ve las manchas. Eso sí, ambos se encuentran en plenas facultades para vivir solos y tenemos trifulca cada vez que intento sugerir lo contrario.
Debo perder peso, porque con tanta carga adicional ni si quiera puedo verme el ombligo. ¿Y qué es una persona que no puede verse el ombligo?
19/11/13
Hoja en blanco
No siempre se puede
escribir lo que se siente, por mucho que estés apuntándome con ese arma. A
veces, los sentimientos se arrinconan en algún lugar del alma donde el cerebro
no tiene acceso, ¡imagínate la tinta del bolígrafo, mucho menos! Sé lo que
siento, pero mi fuero interno no quiere ponerle palabras. Está harto de
frivolizar: un sentimiento verbalizado pierde su esencia y acaba vejado por el
viento.
¿No me escuchas? Ya
podemos quedarnos mil años aquí, yo delante del papel, tú amenazándome para que
escriba. Se ha escondido bien y no podré cazarlo ni convertirlo en palabras.
¡Ya lo tengo! Vamos a
hacer una cosa: mírame a los ojos, yo dejo el bolígrafo, tú dejas la pistola y
nos damos la mano. Dejemos las palabras para quien no sabe comunicarse con la
piel.
18/11/13
Muertos
Esta noche los muertos
han acudido a mi sueño. Es la única forma de estar con ellos sin ser consciente
de que ya no están. Vienen con historias imposibles y con ganas de desorientar,
aunque dormida no lo notas, te dejas llevar de su mano por esa trama narrativa
surrealista que proporciona el subconsciente. Solo intentas disfrutar de su
presencia, pues sabes que hacía mucho tiempo que no los veías.
Hemos reído y llorado
juntos, tomado unas copas, las que en vida no pudimos tomar y apenas hemos
charlado, ¿qué se le puede decir a un muerto que ya no sepa? No han venido a
mostrarme ni el camino correcto ni mis equivocaciones, nunca les gustó Freud.
Simplemente les ha apetecido pasar este sueño conmigo, mucho más de lo que se
puede esperar de los vivos.
13/11/13
Lo que encontré bajo el sofá
Su autor me lo recomendó por mail. Bueno, más que
recomendarlo me invitó a leerlo. Y a mí me faltó tiempo para hacerlo. Su primer
libro, El bolígrafo de gel verde, me había gustado mucho, tenía muchas ganas de
leer el segundo. He tardado más de lo que he querido, pero a veces, la vida se
vuelve dificultad y la dificultad, vida, por lo que me lo he tenido que
racionar involuntariamente. Al final, entre ayer y hoy, me lo comí.
Me ha encantado. He disfrutado muchísimo de la historia y su forma de narrarla. Sus imágenes, sensibles y reales, se han encargado de la empatía en todo momento. Su forma de ver el mundo, me ha provocado envidia en más de un momento. El final y la forma en que va concluyendo los temas, me ha dado mucho que pensar (como futura escritora de novelas). Las sensaciones y las atmósferas me han calado profundamente, Toledo me es una ciudad cercana, y las historias que narra son aún más cercanas que la ciudad.
Soy consciente de que no es una obra de arte, pero como segundo libro es perfecto. Recomiendo su lectura, por supuesto.
Es el segundo autor que leo desde su inicio. Dentro de unos días iré a la presentación del último libro (creo que lleva unos 12) que ha escrito otra escritora. Me ha invitado y por supuesto, no faltaré, salvo que obligaciones mayores me lo impidan. Me gusta mucho leer a noveles. Supongo que porque mi objetivo es llegar a ser uno de ellos.
Me ha encantado. He disfrutado muchísimo de la historia y su forma de narrarla. Sus imágenes, sensibles y reales, se han encargado de la empatía en todo momento. Su forma de ver el mundo, me ha provocado envidia en más de un momento. El final y la forma en que va concluyendo los temas, me ha dado mucho que pensar (como futura escritora de novelas). Las sensaciones y las atmósferas me han calado profundamente, Toledo me es una ciudad cercana, y las historias que narra son aún más cercanas que la ciudad.
Soy consciente de que no es una obra de arte, pero como segundo libro es perfecto. Recomiendo su lectura, por supuesto.
Es el segundo autor que leo desde su inicio. Dentro de unos días iré a la presentación del último libro (creo que lleva unos 12) que ha escrito otra escritora. Me ha invitado y por supuesto, no faltaré, salvo que obligaciones mayores me lo impidan. Me gusta mucho leer a noveles. Supongo que porque mi objetivo es llegar a ser uno de ellos.
11/11/13
Para mear y no echar gota.
Sentados en el banco de una estación por las que pasa mi
tren, tres jóvenes se hallan sumidos en una discusión. Maletas y bultos se
apilan delante de ellos formando una muralla como protegiéndose del mundo. Una cuerda de
escalada, aguantada en la muñeca de una de las chicas, tiene en el otro extremo
la función de collar de perro. Un cachorro de pedigrí ni se sabe, camina
impaciente de un lado a otro queriendo atravesar el cerco formado por los
equipajes. Charlan animadamente, incluso diría que discuten, obviando el
creciente nerviosismo del can. El perro, cansado de intentar llamar su atención,
mira hacia mi tren, parado desde hace unos segundos en la vía contraria. Se
está quieto, mirando fijamente. Me da la impresión de que en breve se sentará.
Pero ni corto ni perezoso, vuelve hacia el cerco, y levanta una pata y se mea
sobre una maleta gris. Camina dos pasos, y vuelve a proceder, esta vez sobre
una bolsa de Ikea que parece contener algo así como una colcha. Va hacia el
otro extremo y se orina sobre otra de las maletas. La imagen arranca en mí una
sonrisa que contiene una carcajada oculta, a la vez que arranca mi tren y me quedo
sin ver el final de la escena.
10/11/13
La vida de Adèle
La fui a ver. Había leído comentarios por algunos blogs, me
había comentado una compañera de trabajo, sabía que la puesta en escena era una
adaptación. Me ha parecido una historia diferente al cómic. Se basa en los
mismos personajes, en casi el mismo arranque narrativo y en la reproducción
animada de muchas de las azuladas viñetas, pero es otra historia. Se tratan
algunos temas de manera igual, como el descubrimiento de una misma, como el
cambio de tu entorno, como el primer amor, como el flechazo y la pasión loca, temas
sacados todos del cómic, pero es otra historia. Y al ser otra historia casi no
he podido ni he querido comparar. Lo único que puedo decir es que llevo su
dolor a flor de piel, qué manera de empatizar. Que esos primeros planos fueron
un ataque directo, al menos para mí, a mi corazón. Que la imagen de la protagonista,
se me ha aparecido una y otra vez durante el día, mientras hacia cosas, porque
ha calado más hondo de lo que me pienso. Que los sentimientos que nos muestra
el director, son sentimientos que conozco muy bien y que por mucho que pasen
los años, no se podrán olvidar. No pude evitar hacer analogías con mi propia
vida. Por otro lado, qué gusto este tipo de films en los que me puedo
identificar perfectamente, a nivel personal y sobretodo sexual con la
protagonista.
Comparto la opinión de que hay muchas escenas en las que se recrea demasiado y una vez aportada la información “a otra cosa, mariposa”. Y que no es lo mismo ver escenas de sexo que duran tanto rato en un cine con más de cien personas que en casa en la intimidad donde te puedes permitir recrearte en ellas y excitarte. En el cine, a los pocos minutos de dichas escenas, empezó a aparecer un sentimiento de hilaridad, sobre todo con los dichosos cachetes.
La interpretación me pareció excepcional, sobre todo de la protagonista que era la que llevaba toda la carga informativa.
Comparto la opinión de que hay muchas escenas en las que se recrea demasiado y una vez aportada la información “a otra cosa, mariposa”. Y que no es lo mismo ver escenas de sexo que duran tanto rato en un cine con más de cien personas que en casa en la intimidad donde te puedes permitir recrearte en ellas y excitarte. En el cine, a los pocos minutos de dichas escenas, empezó a aparecer un sentimiento de hilaridad, sobre todo con los dichosos cachetes.
La interpretación me pareció excepcional, sobre todo de la protagonista que era la que llevaba toda la carga informativa.
9/11/13
Entre dolores
He vuelto a las andadas, viajo de nuevo libreta en mano y
cada día dedico más de un momento a escribir. Me estoy volviendo a centrar, o
al menos quiero creerlo, vamos, necesito creerlo, porque tantos cambios en mi
vida me han hecho perder el norte. A cambios, me refiero, corporales; mi cuerpo
ya no responde como antes. Y no son por los dolores, que estos aún los voy
aguantando. Cada día me despierta un dolor en alguna parte de mi cuerpo que ni
siquiera sabía que tenía. El entumecimiento de la noche, hace mella y al salir
de brazos de Morpheo (de los cuales me voy cayendo toda la noche, porque no hay
manera de dormir seguido) me viene la añoranza de aquella época, joven, por
supuesto, en que me despertaba descansada y sin dolor. No es por esto, no. Lo
que de verdad me repatea es tener que aceptar mi propia merma: se me caen las
cosas al suelo porque mis manos no responden, choco con los marcos de las
puertas porque parece que he perdido la noción sobre el volumen de mi cuerpo, llego
a casa cansadísima y lo único que me apetece es sentarme en el sofá, ya no
puedo leer como antes porque me escuecen los ojos, me olvido de todo, sea
importante o no lo sea. Esto último, a pesar de darme una rabia tremenda cuando
me pasa, me da un estado de tranquilidad, pues al olvidarme de todo, no me da
tiempo de tener remordimientos de nada porque ya me he olvidado. Se vive de otra
manera teniendo memoria pez, o “memoria berberecho”, como me dijo una vez
Alguien. Ayer, me preguntaron: ¿y qué harás cuando tengas mi edad?
¿A este paso, llegaré?
¿A este paso, llegaré?
1/11/13
El Tiempo entre Costuras
Leí el libro y lo comenté
en su momento. Ahora estoy viendo la serie. La actriz que hace de protagonista
me está gustando mucho. Le miro a los ojos y viajo directamente a través de sus
sentimientos, me traslada a la época de la novela. Me está encantando perderme
de nuevo entre las palabras de María Dueñas.
Cuando leí el libro imaginé mis propios personajes, los ambientes, los vestidos, el olor, la luz. Todo, absolutamente todo. Ayer, viendo la serie, recordaba que la escalera de la casa dónde fue acogida la protagonista después de que la detuviera la policía, la recordaba como lúgubre y estrecha y la casa con un estilo mucho más a las películas españolas de Martínez Soria. Pero en la serie, la escalera es amplia, con algún escalón roto, con bastante luz, así como la casa.
Es difícil ver una película de la que te has leído el libro, pero en este caso me está resultando todo un experimento hacer la simbiosis entre las dos informaciones. No puedo negar que disfruto con ello.
No sé si la serie es buena o no, o cómo acabará siendo, el caso es que me contento con comparar lo que recuerdo del libro con lo que me muestran y en esto radica mi diversión los lunes por la noche.
Eso sí, la protagonista, me gusta mucho.
Cuando leí el libro imaginé mis propios personajes, los ambientes, los vestidos, el olor, la luz. Todo, absolutamente todo. Ayer, viendo la serie, recordaba que la escalera de la casa dónde fue acogida la protagonista después de que la detuviera la policía, la recordaba como lúgubre y estrecha y la casa con un estilo mucho más a las películas españolas de Martínez Soria. Pero en la serie, la escalera es amplia, con algún escalón roto, con bastante luz, así como la casa.
Es difícil ver una película de la que te has leído el libro, pero en este caso me está resultando todo un experimento hacer la simbiosis entre las dos informaciones. No puedo negar que disfruto con ello.
No sé si la serie es buena o no, o cómo acabará siendo, el caso es que me contento con comparar lo que recuerdo del libro con lo que me muestran y en esto radica mi diversión los lunes por la noche.
Eso sí, la protagonista, me gusta mucho.
31/10/13
A caballo regalado...
Maldito el momento en que dejé de escribir. Maldito el
momento en que creí que sería solo por una temporada. Maldito el momento en que
pensé que no me costaría volver a hacerlo. Volver a cabalgar sobre mi boli y
embadurnarme las manos con polvo de palabras. Mis alforjas, vacías más que
nunca, paradójicamente, me suponen un peso un peso extra, mucho más allá de los
papeles que arrastro con la esperanza de manuscribir algún día.
Me he decidido, hoy, por fin, a espolear mis ideas, para poner al galope, en contra del viento, a la intención. Libreta en mano, desenfundada y preparada para atacar.
Pero esta, que suponía una gran hazaña, escribir o morir con las botas puestas, se ha convertido en una relajada cabalgada de otoño.
Me he decidido, hoy, por fin, a espolear mis ideas, para poner al galope, en contra del viento, a la intención. Libreta en mano, desenfundada y preparada para atacar.
Pero esta, que suponía una gran hazaña, escribir o morir con las botas puestas, se ha convertido en una relajada cabalgada de otoño.
30/10/13
Trayectos y trayectorias
Sigo en los trenes, pero viajo de forma diferente, con los
ojos cerrados hacia afuera y la mirada clavada en mi interior. He dejado de
buscar historias y me dedico a entender la vida. ¡Terrible trabajo para un
eslabón de ésta! Sin posibilidad de alejamiento para adquirir perspectiva.
Sigo viajando en trenes, pero ahora me resultan más vacíos que nunca. Dormito en sus asientos para evitar sentir. Un aletargamiento pretende solventar el cansancio; la edad pesa pero más pesan las últimas experiencias vividas. Más pesa haber atravesado el umbral donde se resta el entorno y personas que siempre estuvieron desaparecen, sin hacer ruido. Un día despiertas y ya no están. Se han ido y se han llevado esos mil lugares que compartisteis y esos millones de lugares que nunca vais a poder compartir.
Dormito en los trenes porque ahora me cuesta vivir y me molesta ver vida en los demás. Cierro los ojos para dejar de soñar.
Sigo viajando en trenes, pero ahora me resultan más vacíos que nunca. Dormito en sus asientos para evitar sentir. Un aletargamiento pretende solventar el cansancio; la edad pesa pero más pesan las últimas experiencias vividas. Más pesa haber atravesado el umbral donde se resta el entorno y personas que siempre estuvieron desaparecen, sin hacer ruido. Un día despiertas y ya no están. Se han ido y se han llevado esos mil lugares que compartisteis y esos millones de lugares que nunca vais a poder compartir.
Dormito en los trenes porque ahora me cuesta vivir y me molesta ver vida en los demás. Cierro los ojos para dejar de soñar.
29/10/13
Matriz
matriz.
(Del lat. matrix, -īcis).
RAE
(Del lat. matrix, -īcis).
1. f. Víscera
hueca, de forma de redoma, situada en el interior de la pelvis de la mujer y de
las hembras de los mamíferos, donde se produce la hemorragia menstrual y se
desarrolla el feto hasta el momento del parto.
6.
f. Parte del
libro talonario que queda encuadernada al cortar o separar los talones,
cheques, títulos, etc., que lo forman.
10.
f. Mat. Conjunto
de números o símbolos algebraicos colocados en líneas horizontales y verticales
y dispuestos en forma de rectángulo.
11. adj. Se dice de la
escritura o instrumento que queda en el oficio o protocolo para que con ella,
en caso de duda, se cotejen el original y las copias.
─Debes empezar a
controlar tus aprensiones, que con dieciocho años, montar el número que
montaste porque te encontrabas mal e ibas a vomitar, no es muy adecuado. Ya
puedes ir a dar gracias a quién sea por no ser mujer; no tienes la regla, ni
ovulas, ni tendrás problemas de matriz.
─ ¿Matriz? ¿Qué es
matriz? La bisectriz y la matriz.
─Sí, del triángulo de
los shorts.
28/10/13
La piel de la serpiente II
La serpiente ha vuelto a mudar de piel. Llevaba demasiadas
rémoras a cuestas, clavadas entre escama y escama, que le iban sorbiendo la
voluntad. Feliz la serpiente de poderse desprender de tan entallado equipaje.
Ahora, volátil en cuanto a pensamientos, solo repta hacia el futuro, sacando su lengua viperina únicamente cuando le aparece una encrucijada con el simple fin de decidir qué dirección tomar.
La serpiente que un día mudó su piel buscando tranquilidad, vuelve a mudarla, esta vez con ansia de vivir intensamente lo que le queda de vida.
Ahora, volátil en cuanto a pensamientos, solo repta hacia el futuro, sacando su lengua viperina únicamente cuando le aparece una encrucijada con el simple fin de decidir qué dirección tomar.
La serpiente que un día mudó su piel buscando tranquilidad, vuelve a mudarla, esta vez con ansia de vivir intensamente lo que le queda de vida.
30/9/13
¡Titúlalo tú!
Es fácil perder la confianza en la vida. Si no me creéis,
miradme a mí: creyéndome con el mundo a mis pies, una penosa mediocre con
ínfulas de poder con todo, puro ejemplo de atavismo, con el alma sofocada por
la soledad y las lágrimas arañadas por la cruda realidad, liderando no más que
a cuatro gatas que fui encontrando en los callejones de mi existencia.
Mi vida, versada en interrelacionarme, solo consigue llenarse de erráticas maniobras de interacción social que me conducen a ser rechazada profusamente por todo aquel o aquella, que sin saberlo, se adentra en mi espacio vital, a pesar de toda la retahíla de retorcidos manejos que extraigo de mi inveterada experiencia. Una y otra vez la misma escena se ha ido repitiendo en mí.
Hace unos días, por fin, iracunda, abrí la ventada y le chillé a la vida, que no la quería más, que se largara por donde vino. Ya no me fío ni un pelo de ella.
Mi vida, versada en interrelacionarme, solo consigue llenarse de erráticas maniobras de interacción social que me conducen a ser rechazada profusamente por todo aquel o aquella, que sin saberlo, se adentra en mi espacio vital, a pesar de toda la retahíla de retorcidos manejos que extraigo de mi inveterada experiencia. Una y otra vez la misma escena se ha ido repitiendo en mí.
Hace unos días, por fin, iracunda, abrí la ventada y le chillé a la vida, que no la quería más, que se largara por donde vino. Ya no me fío ni un pelo de ella.
31/8/13
Lo que encontré bajo el sofá (Eloy Moreno)
Hace algún tiempo, Eloy Moreno se puso en contacto conmigo
para darme a conocer su primer libro: “El bolígrafo de gel verde”. Me habló de
él como escritor primerizo, de su libro y de sus ilusiones. Cuando salió al mercado,
tiempo más tarde, lo compré y lo devoré en una tarde. Me gustó mucho. El libro
tuvo buena acogida gracias a la promoción que el propio escritor hizo de él y
al boca a boca de los que lo íbamos leyendo.
Ahora, he vuelto a recibir un correo de Eloy Moreno anunciándome que tiene ya su segundo libro: “Lo que encontré bajo el sofá”. No tengo ni idea de qué va, ni qué tipo de novela es. Por descontado que lo adquiriré y lo leeré a la que salga al mercado. Mientras tanto, aquí va el enlace que me ha facilitado el autor. ¡Hay sorteo y todo!
http://bit.ly/16NSg86
Creo que es la primera vez que hablo de un libro sin haberlo leído.
Ahora, he vuelto a recibir un correo de Eloy Moreno anunciándome que tiene ya su segundo libro: “Lo que encontré bajo el sofá”. No tengo ni idea de qué va, ni qué tipo de novela es. Por descontado que lo adquiriré y lo leeré a la que salga al mercado. Mientras tanto, aquí va el enlace que me ha facilitado el autor. ¡Hay sorteo y todo!
http://bit.ly/16NSg86
Creo que es la primera vez que hablo de un libro sin haberlo leído.
27/8/13
Stoner
Este año ha sido muy raro. He estado muy descentrada y he
dejado de hacer muchas cosas de las que me gustan. He dejado de hacer tanto que
me está siendo difícil volver a las antiguas costumbres: leer, por ejemplo.
Me he alejado de la lectura. Creíame incapaz de volver a leer. Hace unos meses, dispuesta a reemprender mi antiguo placer, pedí, en una de mis librerías que me recomendaran un libro. Perdida, creo que se llama. Lo empecé a leer con voracidad, pero lo dejé en la página 30. Leía sin concentrarme, sin interesarme. Qué tristeza al pensar que mi etapa lectora había acabado.
Sin planearlo, tuve que volver a la librería y mi estimado librero me recomendó Stoner. Por favor, qué maravilla!!!! Lo he engullido. La premisa con la que me lo vendió fue: “No pasa nada, pero el personaje es profundo”. No lo dudé.
Realmente, no pasa nada. Creo que el autor monta unos personajes honestos y profundos, sobre todo el protagonista. Me he enamorado del personaje protagonista, de cómo está escrita la novela (yo quiero escribir una así), de la atmósfera, de los lugares, del tipo de vida del protagonista. Creo que es una novela recomendada para todas aquellas personas que huyen de los bestsellers veraniegos.
Me he alejado de la lectura. Creíame incapaz de volver a leer. Hace unos meses, dispuesta a reemprender mi antiguo placer, pedí, en una de mis librerías que me recomendaran un libro. Perdida, creo que se llama. Lo empecé a leer con voracidad, pero lo dejé en la página 30. Leía sin concentrarme, sin interesarme. Qué tristeza al pensar que mi etapa lectora había acabado.
Sin planearlo, tuve que volver a la librería y mi estimado librero me recomendó Stoner. Por favor, qué maravilla!!!! Lo he engullido. La premisa con la que me lo vendió fue: “No pasa nada, pero el personaje es profundo”. No lo dudé.
Realmente, no pasa nada. Creo que el autor monta unos personajes honestos y profundos, sobre todo el protagonista. Me he enamorado del personaje protagonista, de cómo está escrita la novela (yo quiero escribir una así), de la atmósfera, de los lugares, del tipo de vida del protagonista. Creo que es una novela recomendada para todas aquellas personas que huyen de los bestsellers veraniegos.
26/8/13
Residencia
“He topado con el sueño muerto de una yerma vida”, pensaba
mientras alargaba el cuello para mirarse en el espejo del lavabo. Hacía más de
un mes que no veía su imagen, desde que una caída cambió sus piernas por ruedas
de una silla. “Esto no me puede estar pasando a mí”, gritaba su alma mientras
desistía de seguir intentando alcanzar con la vista su imagen en el borde más
bajo del espejo. “Pero tu vida no ha sido yerma”, le espoleaba cada latido en la
sien. “¿Y por qué estaba prisionera entre ruedas de sillas y barrotes de cama?”,
gorgoteaba su corazón, el más cercano a dejar vislumbrar retazos de su
pensamiento.
Exasperada, hizo girar la silla y se dirigió hasta los ascensores. Tocó el botón de bajada. Una vez dentro haciendo esfuerzo con sus manos sobre el reposa manos de su silla pudo por un instante contemplar esa decrépita imagen desconocida para ella. “¿Esa soy yo? Esto no me puede estar pasando a mí. He topado con el sueño muerto de una yerma vida”.
Exasperada, hizo girar la silla y se dirigió hasta los ascensores. Tocó el botón de bajada. Una vez dentro haciendo esfuerzo con sus manos sobre el reposa manos de su silla pudo por un instante contemplar esa decrépita imagen desconocida para ella. “¿Esa soy yo? Esto no me puede estar pasando a mí. He topado con el sueño muerto de una yerma vida”.
9/5/13
Primer paso
Poco a poco el sol vuelve a salir. La luz mortecina que
regía mi vida empieza a desaparecer. Poco a poco he empezado a ubicarme de
nuevo. Intento evitar las rabias que tengo adheridas a la pared del estómago y
relativizar todo aquello que no me gusta. Levanto del suelo, con cuidado, donde
las dejé caer las rutinas que me hacían feliz, que daban sentido a mi vida. Es
duro realizarlas en soledad, después de tanto tiempo. No quiero mirar hacia
atrás porque allí queda esa lánguida luz que me desalumbraba y se me llenan de
plomo los pies. Ya he pasado por esta situación y no quiero más. Ya tengo
bastante.
7/5/13
La llave
Desde bien pequeña, me ha deslumbrado cualquier objeto que
tuviera que ver con la escritura. Papeles, libretas, carpetas, lápices,
bolígrafos y plumas se han ido amontonando en mi despacho y han invadido
cajones y estanterías, cajitas y armarios. Ahora mismo, estoy escribiendo este
texto con un Parker en una pequeña Moleskine.
Hoy, hace apenas unas horas, me he sentido viajando al pasado, como si todos estos años no hubieran pasado, como si tuviera dieciséis. Todo ha venido porque he tenido que firmar unos papeles. Un montón de papeles, para ser exacta. Me los han puesto encima de la mesa y sobre ellos han dejado un bolígrafo Bic con la tinta bastante gastada (quedaba algo más que un centímetro y medio). Al verlo, he interrumpido mi gesto; mi mano derecha iba directamente al bolsillo de mi camisa a buscar el Parker y no sé qué extraña voz interior me ha mandado coger el Bic. Hacía, mucho tiempo que no veía ninguno. Cuando lo he sujetado con el pulgar y el índice dispuesta a escribir, he reconocido su peso. En mi mente ha aparecido un destello que me ha transportado a una de las clases de Ciencias Naturales de 3º de BUP. El tacto del bolígrafo me ha resultado tan familiar que toda yo me he precipitado dentro de aquella aula. He podido volver a oler aquel “aroma” característico de cuarenta y cinco adolescentes encerrados entre cuatro paredes, con sus estuches llenos de lápices, colores, bolígrafos y aquellas gomas de nata olían como ninguna otra, en la vida, ha vuelto a oler, y esas hojas de trabajos en grupo que contenían un montón de fotos en blanco y negro pegadas con aquel, ahora prohibido, pegamento y medio.
Al realizar la primera firma y sentir como la bolita de la punta giraba para permitir la salida de la tinta, me he trasladado a altas horas de la noche, hace un montón de años, también, cuando tras pasarme varios días estudiando el final de Física y Química decidía grabar las fórmulas con la punta de una aguja de compás en las caras hexagonales del Bic.
Recuerdo que, una vez acabada la tinta, guardaba los bolis para saber cuántos había usado ese año. Si la memoria no me falla, creo que en primero de carrera gasté unos doce; primero tomaba los apuntes en sucio y luego por la tarde los pasaba a limpio. Luego me resultaba mucho más fácil estudiar.
Me he sentido como me sentía entonces, con una vida por delante, un libro con hojas blancas para ser escrito y emborronado. Me he sentido joven de nuevo y me ha encantado.
Al ver la tinta azul clara, casi azul real, que definía mi firma, me he acordado de aquellos exámenes eternos en los que te daban las preguntas y empezabas a escribir. “Tenéis dos horas”, empezaba el profesor, “tiempo”, concluía, y aún tenía que esperar a que acabases de escribir la frase porque no habías parado de escribir ni un segundo pero aún te quedaban cosas por decir. Un día, no supe que contestar, me preguntaron: La digestión de un bocadillo de chorizo. ¡Qué hambre con solo pensarlo!
Y ahora, después de añorar mi Bic, saco mi bocadillo de pavo (el chorizo quedó para la historia) y disfruto cada uno de sus bocados sabiendo lo que no supe en aquel examen, que el pan empieza su digestión en la boca, con la saliva, y el chorizo en el estómago.
Y mientras escribo con mi Parker pienso en tener un momento para ir a comprarme un Bic, he descubierto que abre puertas de mi pasado y quiero volver a vivir esta experiencia.
¿Naranja o cristal?
Siempre cristal.
Hoy, hace apenas unas horas, me he sentido viajando al pasado, como si todos estos años no hubieran pasado, como si tuviera dieciséis. Todo ha venido porque he tenido que firmar unos papeles. Un montón de papeles, para ser exacta. Me los han puesto encima de la mesa y sobre ellos han dejado un bolígrafo Bic con la tinta bastante gastada (quedaba algo más que un centímetro y medio). Al verlo, he interrumpido mi gesto; mi mano derecha iba directamente al bolsillo de mi camisa a buscar el Parker y no sé qué extraña voz interior me ha mandado coger el Bic. Hacía, mucho tiempo que no veía ninguno. Cuando lo he sujetado con el pulgar y el índice dispuesta a escribir, he reconocido su peso. En mi mente ha aparecido un destello que me ha transportado a una de las clases de Ciencias Naturales de 3º de BUP. El tacto del bolígrafo me ha resultado tan familiar que toda yo me he precipitado dentro de aquella aula. He podido volver a oler aquel “aroma” característico de cuarenta y cinco adolescentes encerrados entre cuatro paredes, con sus estuches llenos de lápices, colores, bolígrafos y aquellas gomas de nata olían como ninguna otra, en la vida, ha vuelto a oler, y esas hojas de trabajos en grupo que contenían un montón de fotos en blanco y negro pegadas con aquel, ahora prohibido, pegamento y medio.
Al realizar la primera firma y sentir como la bolita de la punta giraba para permitir la salida de la tinta, me he trasladado a altas horas de la noche, hace un montón de años, también, cuando tras pasarme varios días estudiando el final de Física y Química decidía grabar las fórmulas con la punta de una aguja de compás en las caras hexagonales del Bic.
Recuerdo que, una vez acabada la tinta, guardaba los bolis para saber cuántos había usado ese año. Si la memoria no me falla, creo que en primero de carrera gasté unos doce; primero tomaba los apuntes en sucio y luego por la tarde los pasaba a limpio. Luego me resultaba mucho más fácil estudiar.
Me he sentido como me sentía entonces, con una vida por delante, un libro con hojas blancas para ser escrito y emborronado. Me he sentido joven de nuevo y me ha encantado.
Al ver la tinta azul clara, casi azul real, que definía mi firma, me he acordado de aquellos exámenes eternos en los que te daban las preguntas y empezabas a escribir. “Tenéis dos horas”, empezaba el profesor, “tiempo”, concluía, y aún tenía que esperar a que acabases de escribir la frase porque no habías parado de escribir ni un segundo pero aún te quedaban cosas por decir. Un día, no supe que contestar, me preguntaron: La digestión de un bocadillo de chorizo. ¡Qué hambre con solo pensarlo!
Y ahora, después de añorar mi Bic, saco mi bocadillo de pavo (el chorizo quedó para la historia) y disfruto cada uno de sus bocados sabiendo lo que no supe en aquel examen, que el pan empieza su digestión en la boca, con la saliva, y el chorizo en el estómago.
Y mientras escribo con mi Parker pienso en tener un momento para ir a comprarme un Bic, he descubierto que abre puertas de mi pasado y quiero volver a vivir esta experiencia.
¿Naranja o cristal?
Siempre cristal.
6/5/13
Resurgir de las cenizas
Mi Ave Fénix, tras incinerarse, y nuevamente, ha emprendido
el vuelo esta vez hacia el Sol. Mi pequeña aprendiz de Ícaro, que nunca
aprenderá por mucho que humanee tropezando una y otra vez con la misma piedra,
segura de sí misma, como en otras ocasiones, piensa que en esta empresa no
fallará: “jugar con fuego cuando eres fuego no supone quemadura alguna”. Lo que
no sabes es que una, de ilusiones también se quema.
10/4/13
Lydie
Paseando por el casco antiguo, nos acercamos a esa pequeña
librería, catedral de cómic para mí, en la que suelen aconsejarme libros que
son puro sentimiento y que me arrebatan desde la primera página. Fue aquí donde
me descubrieron a Rosalie Blum, aquella trilogía que me dejó un sabor tan
especial que me acompaña siempre. Lydie se ha colocado a su lado.El tono sanguino del dibujo me atrajo en seguida, sólo faltó
que el chico de la tienda me dijera que Zidou, uno de los que firma esta novela
gráfica, era una maravilla como guionista y escritor de historias. No dudé y lo
compré. Se lee muy rápido, aunque necesita más de una lectura para quedarte con
toda su profundidad coral. La historia que cuenta es sublime, delicada, de caricia
lingüística. ¡Qué amarga dulzura! O, ¡qué dulce amargura! (no sabría decir cuál
de las dos expresiones es la más adecuada). Una historia redonda de principio a
fin. Una historia que hacer tambalear lo real y lo irreal. Deja un sabor a que
la gente buena existe en este mundo a pesar de los pesares y te impulsa a
querer ser buena, considerada y empática con tus semejantes.
La llevo en mi pensamiento porque me ha hecho crecer y soy consciente de este crecimiento. A veces pienso que soy una pastelosa, sentimentalmente hablando, y otras, que este tipo de sensaciones las provoca el escritor en la mayoría de los lectores.
La llevo en mi pensamiento porque me ha hecho crecer y soy consciente de este crecimiento. A veces pienso que soy una pastelosa, sentimentalmente hablando, y otras, que este tipo de sensaciones las provoca el escritor en la mayoría de los lectores.
Estoy deseando que pase un tiempo para volver a ella, a ver
qué nuevas perspectivas me aporta. Leedlo, veréis qué caramelito tan especial.
9/4/13
Contra el mundo
Cuando alguien te ve como eres realmente y quiere estar contigo es algo muy
poderoso. No se debe desperdiciar.
Y así lo hizo. Cogió el mundo por montera y sus cuatro escritos y cosió su vida a la de ella. Hizo oídos sordos al pugnaz discurso en boga dentro de lo que llamaban amistades, ahora desvestidas de tal mito, por la escuálida y mísera realidad del rechazo. Puso escudo auditivo a semejante trajín de comentarios fascinada por la importancia que había adquirido su vida, criticada y refutada, en las vidas ajenas, vacías a fuerza de murmuros. Tenía que haber previsto que la mejor forma de autoprodigarse era destrozar al prójimo, en este caso a ella misma, criticando haber sido capaz de abandonar una sólida vida para seguir un profundo amor.
Escualos son amistades que no te apoyan en tu camino. Amor con amor se paga, lo demás, para los otros.
Y así lo hizo. Cogió el mundo por montera y sus cuatro escritos y cosió su vida a la de ella. Hizo oídos sordos al pugnaz discurso en boga dentro de lo que llamaban amistades, ahora desvestidas de tal mito, por la escuálida y mísera realidad del rechazo. Puso escudo auditivo a semejante trajín de comentarios fascinada por la importancia que había adquirido su vida, criticada y refutada, en las vidas ajenas, vacías a fuerza de murmuros. Tenía que haber previsto que la mejor forma de autoprodigarse era destrozar al prójimo, en este caso a ella misma, criticando haber sido capaz de abandonar una sólida vida para seguir un profundo amor.
Escualos son amistades que no te apoyan en tu camino. Amor con amor se paga, lo demás, para los otros.
8/4/13
El tiempo mientras tanto
Me tendríais que ver ahora: buscando como una desesperada en
varias de las libretas que tengo empezadas, el escrito sobre este libro, que
estoy convencida haber hecho durante dos de mis viajes en tren. En el primero,
no tuve tiempo de acabarlo. Días más tarde, recuerdo haberlo retomado para concluirlo.
Pues bien, no lo encuentro por ninguna parte. Así, que tras perder un tiempo
precioso detrás de hojear y ojear lo escrito me he decidido a volverlo a
escribir.
No recuerdo cómo adquirí este libro, sólo que lo tenía desde hacía un tiempo en la librería del comedor. Llevo mucho tiempo sin leer. Ya no se puede ver por casa, como era costumbre, libros esparcidos por las mesas, por las mesitas de noche, por el sofá o por el mármol de la cocina. Ahora están todos, tanto los leídos como los que no, dispuestos ordenadamente en las estanterías.
Hace más de un mes, me fui fuera un fin de semana. No sé viajar sin un libro así que estuve eligiendo uno y fue este el afortunado. Debo confesar que lo elegí porque pesaba poco y en el bolso no me molestaba. Ya se me ha pasado la edad de ir cargada como una mula tanto de cosas útiles como inútiles. Llenar una maleta con el lema de “por si…” ya pasó a la historia.
El libro es sublime. Al menos, a mí me lo ha parecido. Es de aquellos libros que me hubiera encantado escribir a mí. La historia es dramática, pero la forma en que la explica es fresca, divertida y en muchas ocasiones irónica. La autora evita caer en el drama. El narrador utilizado es el que creo que debo utilizar en mi novela. No me he puesto a investigarlo mucho porque aun sigo liada con las obras de teatro, pero en cuanto acabe con ellas me pongo a releer el libro para definir bien a mi narrador.
Creo que os gustará el libro.
No recuerdo cómo adquirí este libro, sólo que lo tenía desde hacía un tiempo en la librería del comedor. Llevo mucho tiempo sin leer. Ya no se puede ver por casa, como era costumbre, libros esparcidos por las mesas, por las mesitas de noche, por el sofá o por el mármol de la cocina. Ahora están todos, tanto los leídos como los que no, dispuestos ordenadamente en las estanterías.
Hace más de un mes, me fui fuera un fin de semana. No sé viajar sin un libro así que estuve eligiendo uno y fue este el afortunado. Debo confesar que lo elegí porque pesaba poco y en el bolso no me molestaba. Ya se me ha pasado la edad de ir cargada como una mula tanto de cosas útiles como inútiles. Llenar una maleta con el lema de “por si…” ya pasó a la historia.
El libro es sublime. Al menos, a mí me lo ha parecido. Es de aquellos libros que me hubiera encantado escribir a mí. La historia es dramática, pero la forma en que la explica es fresca, divertida y en muchas ocasiones irónica. La autora evita caer en el drama. El narrador utilizado es el que creo que debo utilizar en mi novela. No me he puesto a investigarlo mucho porque aun sigo liada con las obras de teatro, pero en cuanto acabe con ellas me pongo a releer el libro para definir bien a mi narrador.
Creo que os gustará el libro.
7/4/13
Basta de excusas
¡Ya está bien! Que las excusas tienen también su límite. Si
no escribo es porque no quiero, basta de echarle la culpa a la falta de tiempo,
al trabajo que aún me queda por hacer y a las obligaciones familiares. Si no
escribo es porque no quiero.
Ahora mismo, he apartado el papel de trabajo que tenía delante del ordenador y he abierto un Word. Mis dedos corren veloces por el teclado, sin dejar que se escape ninguna de las ideas que les marca mi pensamiento. ¡Cómo añoraba esto!
Tengo una frase clavada en mi mente que me acompaña desde que era joven: “no te he podido llamar porque no he tenido tiempo”. Cuando me la decían mis amigos pensaba que era una excusa, siempre se tiene tiempo para llamar a alguien, aunque sea un momento. He crecido pensando que toda la vida iba a tener tiempo. Sé organizarme a la perfección y eso hace que me quede el espacio temporal que necesito para dedicarme a mí, a mis hobbies, a mi descanso. Pero, a estas edades aparecen siempre peros, desde hace unos meses, no tengo tiempo de nada. No sé exactamente por qué es; me he hecho mayor y tardo más en hacer las cosas, estoy cansada y voy posponiendo las obligaciones hasta el último momento, momento este en el que se me juntan todas, o alguien me roba horas sin que yo me entere.
Ayer, sábado, vi la película de Julia&Julie, de Merrill Stripe y Amy Adams. Me la he comprado la primera de una colección que hace tiempo decidí hacer y a la que he titulado “De Cocina”. La condición para formar parte de ella es que su temática sea sobre la cocina o cocinar. También decidí empezar otra que se titulara “De escritura”, y curiosamente, Julia&Julie pertenece al conjunto intersección de mis dos colecciones.
No voy a explicar de qué va la película, pero sí decir que una de las protagonistas se siente frustrada porque no consigue acabar nada de lo que comienza y decide ponerse un reto; paralelamente va explicando su experiencia en un blog. No os podéis ni imaginar las ganas que me cogieron de venir aquí y ponerme a escribir como hacía antes. Vamos, que ya veis lo que he tardado en hacerlo.
Me costó mucho dormirme pensando, entre otras cosas, que quería llevar a la realidad mis propósitos y mis proyectos, acabarlos y darles cuerpo y vida, que hasta ahora no he dejado nada a medias (bueno sí, mis clases de órgano, pero fue por el bien de los demás) y que necesito, es necesidad vital, cumplir mis ilusiones en esta vida, porque, estas, no dependen de nadie más que de mi tesón y mi trabajo para verse cumplidas.
Cuelgo el texto sin releerlo y sin corregirlo, hoy tenía muchas ganas de escritura mecánica.
Ahora mismo, he apartado el papel de trabajo que tenía delante del ordenador y he abierto un Word. Mis dedos corren veloces por el teclado, sin dejar que se escape ninguna de las ideas que les marca mi pensamiento. ¡Cómo añoraba esto!
Tengo una frase clavada en mi mente que me acompaña desde que era joven: “no te he podido llamar porque no he tenido tiempo”. Cuando me la decían mis amigos pensaba que era una excusa, siempre se tiene tiempo para llamar a alguien, aunque sea un momento. He crecido pensando que toda la vida iba a tener tiempo. Sé organizarme a la perfección y eso hace que me quede el espacio temporal que necesito para dedicarme a mí, a mis hobbies, a mi descanso. Pero, a estas edades aparecen siempre peros, desde hace unos meses, no tengo tiempo de nada. No sé exactamente por qué es; me he hecho mayor y tardo más en hacer las cosas, estoy cansada y voy posponiendo las obligaciones hasta el último momento, momento este en el que se me juntan todas, o alguien me roba horas sin que yo me entere.
Ayer, sábado, vi la película de Julia&Julie, de Merrill Stripe y Amy Adams. Me la he comprado la primera de una colección que hace tiempo decidí hacer y a la que he titulado “De Cocina”. La condición para formar parte de ella es que su temática sea sobre la cocina o cocinar. También decidí empezar otra que se titulara “De escritura”, y curiosamente, Julia&Julie pertenece al conjunto intersección de mis dos colecciones.
No voy a explicar de qué va la película, pero sí decir que una de las protagonistas se siente frustrada porque no consigue acabar nada de lo que comienza y decide ponerse un reto; paralelamente va explicando su experiencia en un blog. No os podéis ni imaginar las ganas que me cogieron de venir aquí y ponerme a escribir como hacía antes. Vamos, que ya veis lo que he tardado en hacerlo.
Me costó mucho dormirme pensando, entre otras cosas, que quería llevar a la realidad mis propósitos y mis proyectos, acabarlos y darles cuerpo y vida, que hasta ahora no he dejado nada a medias (bueno sí, mis clases de órgano, pero fue por el bien de los demás) y que necesito, es necesidad vital, cumplir mis ilusiones en esta vida, porque, estas, no dependen de nadie más que de mi tesón y mi trabajo para verse cumplidas.
Cuelgo el texto sin releerlo y sin corregirlo, hoy tenía muchas ganas de escritura mecánica.
13/3/13
Noche de ronda
Terrible noche. El
miedo acecha y la mente se dispara en un sinfín de condicionales. El silencio
se llena con el latido del corazón ampliado por la viscolastica del colchón. Esta
vez, pasear descalza no me calma, tengo la cabeza tan acelerada que no noto el
frío del suelo en los pies. Pasillo arriba, pasillo abajo, una hora tras otra
esperando que amanezca. ¡Qué desesperación! Tomo consciencia de que necesito
hablar, pero no tengo a nadie; las amistades la perdía hace tiempo, por orgullo
o por esos avatares de la vida en los que te comportas, precisamente, siendo
todo lo contrario de lo que eres.
Tiemblo; desde siempre, la incertidumbre ha hecho que me enfríe y tiemble. ¿O acaso es la terrible consciencia de la soledad? Ni escribir me hace bien. ¿A quién le puede interesar los estúpidos miedos de una persona huraña?
Nunca supe vivir, ¿sabré ahora morir?
Tiemblo; desde siempre, la incertidumbre ha hecho que me enfríe y tiemble. ¿O acaso es la terrible consciencia de la soledad? Ni escribir me hace bien. ¿A quién le puede interesar los estúpidos miedos de una persona huraña?
Nunca supe vivir, ¿sabré ahora morir?
26/2/13
Una de trenes
Ahora es una maravilla viajar en tren. No es que hayan
mejorado la calidad de sus asientos, que cuando el trayecto dura más de media
hora se agarrotan las piernas, sientes que se te corta la circulación sanguínea
en los muslos y el culo se te aplana tanto que ríete tú del concepto terrestre
antes de Galileo. No, no es eso. Tampoco es que ahora llegue puntual el tren
cada mañana y, por ende, tu también lo hagas en tu lugar de trabajo, que
tampoco. Faltaría más que dejara de aumentar la colección de justificantes (que
no disculpas) que Renfe me da para mi empresa. No, no, que para eso una es
hábil y coge siete trenes antes del le que tocaría para prevenir “incidenciasdisculpenlasmolestias”.
Digo que es una maravilla porque desde que la tecnología del móvil ha evolucionado sin par, nadie da el coñazo a nadie, todo el mundo anda absorto en guasapes, feisbucs, tuiters y demases. Y, ¡ay!, pobre del que se le olvide quitarle el sonido porque recibirá la mirada furibunda de todos los que concentrados andan en su móvil. Es como una coreografía. La primera vez que al pardillo le suena el pilinplinplin la gente se remueve en sus asientos. No pasa nada. Alguna respiración profunda, fruto de salirse de la concentración, puede escaparse, pero poco más. Si al pobre desgraciadoquenosabelaquelaespera, se le vuelve a escapar un plingpling, todas las miradas se centran sobre él. Sin dejar de teclear o de recorrer pantallas el resto de los viajeros alza su cabeza y dispara directamente la mirada a la frente del susodicho. Suelen ir acompañadas de algún que otro percusionante chasquido de lenguas. Parece que con eso se sacia la ira, y vuelven al unísono, sí, al unísono (a mí también me sorprende) a concentrarse en sus dispositivos. Si de nuevo vuelve a sonar, se produce, por fin, el alud de reacciones: soplidos, golpes innecesarios, carraspeos, cambios de posturas, hay quien, incluso, con un grácil picar de pies, se levanta para cambiar de vagón, animalico él, pensándose que en otro encontrará la paz que necesita para perderse en las tripas de su propia comunicación.
Ahora, en este preciso momento, todo es silencio, cabezas bajas, móviles y tablets en mano y un remanso de paz. Pero todos, en secreto esperamos, a ese ruidoso pardillo para darnos una buena excusa de comunicarnos en directo.
Por cierto, qué lejos queda la época del transistor sobre el hombro, aunque no quiero ni mentar a los estridentes músicos ambulantes, con sus amplificadores mal sintetizados.
Digo que es una maravilla porque desde que la tecnología del móvil ha evolucionado sin par, nadie da el coñazo a nadie, todo el mundo anda absorto en guasapes, feisbucs, tuiters y demases. Y, ¡ay!, pobre del que se le olvide quitarle el sonido porque recibirá la mirada furibunda de todos los que concentrados andan en su móvil. Es como una coreografía. La primera vez que al pardillo le suena el pilinplinplin la gente se remueve en sus asientos. No pasa nada. Alguna respiración profunda, fruto de salirse de la concentración, puede escaparse, pero poco más. Si al pobre desgraciadoquenosabelaquelaespera, se le vuelve a escapar un plingpling, todas las miradas se centran sobre él. Sin dejar de teclear o de recorrer pantallas el resto de los viajeros alza su cabeza y dispara directamente la mirada a la frente del susodicho. Suelen ir acompañadas de algún que otro percusionante chasquido de lenguas. Parece que con eso se sacia la ira, y vuelven al unísono, sí, al unísono (a mí también me sorprende) a concentrarse en sus dispositivos. Si de nuevo vuelve a sonar, se produce, por fin, el alud de reacciones: soplidos, golpes innecesarios, carraspeos, cambios de posturas, hay quien, incluso, con un grácil picar de pies, se levanta para cambiar de vagón, animalico él, pensándose que en otro encontrará la paz que necesita para perderse en las tripas de su propia comunicación.
Ahora, en este preciso momento, todo es silencio, cabezas bajas, móviles y tablets en mano y un remanso de paz. Pero todos, en secreto esperamos, a ese ruidoso pardillo para darnos una buena excusa de comunicarnos en directo.
Por cierto, qué lejos queda la época del transistor sobre el hombro, aunque no quiero ni mentar a los estridentes músicos ambulantes, con sus amplificadores mal sintetizados.
25/2/13
Esperando
Tengo una preciosa foto tuya sobre mi escritorio. Me llena
de ternura cuando la miro, y de calor cuando lloro. Si quiero escribir y la
página en blanco acecha, la miro y me lleno en seguida de ideas. Todas esas
ideas que el contacto contigo me aporta. Tengo mi cuerpo impregnado del tuyo. Tu
sabor en los labios y tu aroma en pudorosos lugares activos tras tu paso.
Sonrisa y sonrisa, a cual más sincera,
esperan el regreso, porque quieren más de ti. Lo quieren todo. Lo quiero todo.
Tiembla mi cuerpo de anhelo cuando escribo mi deseo. Mientras, en la foto, me
guiñas un ojo y me sorprendo humedeciendo mis labios, ambos labios que aumentan
su sonreír al imaginar que te contemplaran de nuevo yacida a mi lado.
24/2/13
Cuando vuelvo de la estación...
...después de despedirte, dejo un
rastro de suela por el paseo que otras veces me ve trotar a tu alrededor. Se me
deshacen los zapatos en la lucha. Ellos quieren volver a por ti y mi cordura
sabe que no debo permitírselo. Llego a casa, pongo la llave en la cerradura y la
puerta me la escupe hacia afuera; “No entres sin ella”, parece decirme. Pero al
final prefiere que la traspase a que siga empañando su mirilla con mis suspiros
de melancolía aceptada.
Me ahogo cuando no estás. Cuando te ve preparar la bolsa, la casa encoje sus paredes y sus techos hasta comprimir el aire tanto que soy incapaz de respirarlo. Y ahora, de nuevo al entrar en ella, me siento desmayar. No tengo ganas de nada, ni las luces se encienden cuando aprieto el interruptor ni las puertas quieren abrirse. El sofá, ahora frío y solitario, se niega a abrazarme como acostumbra a hacerlo cuando estamos las dos.
Me voy a dormir. En el cuarto de baño, cuando abro el grifo para lavarme los dientes no sale nada de agua, sólo asoma un pequeño ratoncillo que sube a las cerdas de mi cepillo de dientes y me mira con orejas gachas antes de salir corriendo por el pasillo para acurrucarse en una de tus zapatillas. Paso de lavarme los dientes.
El pijama se resiste a salir de debajo de la almohada. Una de las perneras se ha abrazado a la manga del tuyo y no quiere soltarse. La entiendo y me acuesto vestida abrazándome yo a la otra manga. Las sábanas huelen a ti. Me pierdo en añoranzas y lágrimas.
Cuánto amor, cariño, cuánto amor para estar separadas.
Me ahogo cuando no estás. Cuando te ve preparar la bolsa, la casa encoje sus paredes y sus techos hasta comprimir el aire tanto que soy incapaz de respirarlo. Y ahora, de nuevo al entrar en ella, me siento desmayar. No tengo ganas de nada, ni las luces se encienden cuando aprieto el interruptor ni las puertas quieren abrirse. El sofá, ahora frío y solitario, se niega a abrazarme como acostumbra a hacerlo cuando estamos las dos.
Me voy a dormir. En el cuarto de baño, cuando abro el grifo para lavarme los dientes no sale nada de agua, sólo asoma un pequeño ratoncillo que sube a las cerdas de mi cepillo de dientes y me mira con orejas gachas antes de salir corriendo por el pasillo para acurrucarse en una de tus zapatillas. Paso de lavarme los dientes.
El pijama se resiste a salir de debajo de la almohada. Una de las perneras se ha abrazado a la manga del tuyo y no quiere soltarse. La entiendo y me acuesto vestida abrazándome yo a la otra manga. Las sábanas huelen a ti. Me pierdo en añoranzas y lágrimas.
Cuánto amor, cariño, cuánto amor para estar separadas.
Noche y pensamiento
Cruzar la frontera de la media edad es acercarse al
silencio, a la soledad. Es mejor hacer emigrar al desespero.
23/2/13
Mejor con objetivos como el mío
En ocasiones, a parte de ver muertos, consigo estar
orgullosa de mí. Eso me hace vivir unos días relajada con respecto a la
rigurosidad a la que me someto. Vivo bajo unas rígidas normas que yo misma me
he impuesto y bajo un perfeccionismo que, no voy a negarlo, me trae de cabeza y
me lleva a ciertas ansiedades que a esta, mi edad, ya no me sientan nada bien.
Pero como decía, hoy me siento orgullosa de mí. Os explico. Llevaba varias semanas escribiendo una obra de teatro infantil. Me había construido la estructura en dos DinA3 empalmados para que me cupiesen las 24 escenas que necesitaba para explicar la historia. Una vez creada toda la "escaleta", había ido escribiendo escena tras escena en todos los momentos en los que no estaba haciendo algo priorizado. Así que llevaba conmigo un montón de hojas para reutilizar y un fabuloso Parker que me regaló un amigo en una de mis visitas a Madrid; y dos cargas de tinta, por si se me acababa. He escrito en el tren, en un banco de la calle, en un bar, en casa, de pie en una cola. He tomado notas hasta en el supermercado. El proceso de escritura ha durado unas dos semanas. Cuando no se dispongo de un tiempo seguido para escribir debo írselo arañando al día.
De todo este proceso, lo que más me gusta, es llevar la obra en la cabeza cuando no puedo escribir. Se me van ocurriendo ideas y me las apunto en el primer papel que pillo. También en la palma de la mano, si no he pillado ninguno. Y al final de mucho trabajo, la obra terminada.
Terminada y con la sensación de que es lo mejor que escrito del género. Ya la han leído tres personas y me han dicho que les ha gustado muchísimo, que es muy divertida y amena. Incluso una de ellas ha utilizado mis palabras, que es “genial”. Ahora sólo me falta dirigirla y ver cómo funciona con público real. Y si todo sale bien, explotaré de orgullo.
¿Por qué ha sido la obra de teatro que he escrito mejor? La respuesta es un secreto que no voy a compartir. Sólo diré que fue escrita con un objetivo, un gran objetivo. Y con objetivos como el mío, nada puede salir mal. Y eso es todo, amigos!!!
Pero como decía, hoy me siento orgullosa de mí. Os explico. Llevaba varias semanas escribiendo una obra de teatro infantil. Me había construido la estructura en dos DinA3 empalmados para que me cupiesen las 24 escenas que necesitaba para explicar la historia. Una vez creada toda la "escaleta", había ido escribiendo escena tras escena en todos los momentos en los que no estaba haciendo algo priorizado. Así que llevaba conmigo un montón de hojas para reutilizar y un fabuloso Parker que me regaló un amigo en una de mis visitas a Madrid; y dos cargas de tinta, por si se me acababa. He escrito en el tren, en un banco de la calle, en un bar, en casa, de pie en una cola. He tomado notas hasta en el supermercado. El proceso de escritura ha durado unas dos semanas. Cuando no se dispongo de un tiempo seguido para escribir debo írselo arañando al día.
De todo este proceso, lo que más me gusta, es llevar la obra en la cabeza cuando no puedo escribir. Se me van ocurriendo ideas y me las apunto en el primer papel que pillo. También en la palma de la mano, si no he pillado ninguno. Y al final de mucho trabajo, la obra terminada.
Terminada y con la sensación de que es lo mejor que escrito del género. Ya la han leído tres personas y me han dicho que les ha gustado muchísimo, que es muy divertida y amena. Incluso una de ellas ha utilizado mis palabras, que es “genial”. Ahora sólo me falta dirigirla y ver cómo funciona con público real. Y si todo sale bien, explotaré de orgullo.
¿Por qué ha sido la obra de teatro que he escrito mejor? La respuesta es un secreto que no voy a compartir. Sólo diré que fue escrita con un objetivo, un gran objetivo. Y con objetivos como el mío, nada puede salir mal. Y eso es todo, amigos!!!
13/2/13
Consciencia
Me despierto en mitad de la noche con miedo a encontrar el
vacío que acompaña en silencio mis oscuridades. No quiero abrir los ojos porque
temo ver fantasmas conocidos rondando mi vigilia. Permanezco quieta rogando a
Morpheo que se apiade de mí y me devuelva al país de los sueños. Mi respiración
se acelera. Inminente es el momento de la verdad. Mi alma temblorosa traga
saliva haciendo acope de valentía para afrontar la tristeza que lleva su propia
soledad. Un instinto hace que separe el brazo izquierdo del cuerpo bajo las
sábanas. Noto calor e ipso facto mi corazón sonríe. Estás durmiendo a mi lado.
Todo esto ocurre en un pequeñísimo tiempo de Plank, el tiempo en que se tarda
en pasar de la inconsciencia a la consciencia, el tiempo en que se tarda, entre
tus brazos, en olvidar la soledad. Gracias, amor mío, por amarme.
12/2/13
Cuestionario
He
encontrado estas preguntas en el blog de las Gatas, y ¡mira por dónde!, me ha
apetecido contestarlas. Hacía mucho que no me dedicaba a la noble tarea del
cuestionario.
Al final debo citar a 20 blogs para que contesten a las mismas preguntas. Ahora, no estoy en condiciones de citar a nadie, así que toda aquella persona a la que le apetezca hacerlo, bienvenida sea.
Al final debo citar a 20 blogs para que contesten a las mismas preguntas. Ahora, no estoy en condiciones de citar a nadie, así que toda aquella persona a la que le apetezca hacerlo, bienvenida sea.
1) ¿Qué
te gusta más cocinar, postres o platos de cuchara?
Me gusta cocinar cualquier cosa. Aunque creo que soy más apta para cocinar platos. Los postres muchas veces se me resisten o no me quedan tan buenos como me imagino que deben quedar mientras los estoy cocinando. Por otro lado, improvisar en la cocina es lo que más me gusta. Me compré una enciclopedia de sabores para aprender a combinar diferentes sabores (aquellos que en un principio nunca se me hubiera ocurrido poner juntos).
Me gusta cocinar cualquier cosa. Aunque creo que soy más apta para cocinar platos. Los postres muchas veces se me resisten o no me quedan tan buenos como me imagino que deben quedar mientras los estoy cocinando. Por otro lado, improvisar en la cocina es lo que más me gusta. Me compré una enciclopedia de sabores para aprender a combinar diferentes sabores (aquellos que en un principio nunca se me hubiera ocurrido poner juntos).
2) ¿Qué es lo más importante para ti en una persona, la personalidad o el
físico?
Antes hubiera dicho que la personalidad, pero ahora, después de mi cambio rotundo en las rigideces de mi vida, he llegado a la conclusión que el físico y la personalidad están absolutamente ligados, por lo que contesto: para mí lo más importante es la persona.
Antes hubiera dicho que la personalidad, pero ahora, después de mi cambio rotundo en las rigideces de mi vida, he llegado a la conclusión que el físico y la personalidad están absolutamente ligados, por lo que contesto: para mí lo más importante es la persona.
3) ¿Desde cuándo empezaste con el blog o página?
Desde el 2004 en blogs, y mucho antes en foros. La verdad es que empecé a escribir en foros y me gustaba muchísimo. Los comentarios, las opiniones, eran como más naturales. Supongo que al ser una página que no me pertenecía, la gente se sentía más libre de opinar sobre lo que yo escribía, no se sentía invadiendo ningún terreno. En el blog, todo fue diferente. Es mi espacio y la gente se corta más.
Desde el 2004 en blogs, y mucho antes en foros. La verdad es que empecé a escribir en foros y me gustaba muchísimo. Los comentarios, las opiniones, eran como más naturales. Supongo que al ser una página que no me pertenecía, la gente se sentía más libre de opinar sobre lo que yo escribía, no se sentía invadiendo ningún terreno. En el blog, todo fue diferente. Es mi espacio y la gente se corta más.
4) ¿Quién fue la persona que te inspiró para empezar en este mundo?
La verdad es que empecé a escribir como denuncia a un abuso que hubo. Yo siempre había escrito, desde muy pequeña, pero llevaba mucho tiempo que lo tenía abandonado. Le volví a encontrar el gusanillo y aquí estoy, escribiendo mucho más de lo que publico. Y tengo a la editora pendiente de que acabe la novela. A ver si este verano es mucho mejor que este pasado y le puedo dar un buen empuje.
La verdad es que empecé a escribir como denuncia a un abuso que hubo. Yo siempre había escrito, desde muy pequeña, pero llevaba mucho tiempo que lo tenía abandonado. Le volví a encontrar el gusanillo y aquí estoy, escribiendo mucho más de lo que publico. Y tengo a la editora pendiente de que acabe la novela. A ver si este verano es mucho mejor que este pasado y le puedo dar un buen empuje.
5) ¿Sueles seguir muchos blogs o te llegan los seguidores por otras personas
que te han conocido?
Antes seguía muchos blogs, comentaba e incluso llegué a conocer a sus propietarios. Ahora, sigo leyendo, en silencio, no comento, con leer tengo suficiente. Antes me seguía bastante gente, ahora, me lee poquísima. Pero no me importa. Sigo escribiendo. Me he vuelto huraña y solitaria al respecto.
Antes seguía muchos blogs, comentaba e incluso llegué a conocer a sus propietarios. Ahora, sigo leyendo, en silencio, no comento, con leer tengo suficiente. Antes me seguía bastante gente, ahora, me lee poquísima. Pero no me importa. Sigo escribiendo. Me he vuelto huraña y solitaria al respecto.
6) ¿Qué te gusta más, cocinar o que te cocinen?
Cocinar, por supuesto.
Cocinar, por supuesto.
7) ¿comes en casa o en el trabajo?
En el trabajo, si se le puede llamar comer.
En el trabajo, si se le puede llamar comer.
8) ¿Sueles hacer recetas de verduras?
Es la base de mi alimentación. Aunque ahora, estoy haciendo mucho el burro. Ya lo pagaré.
Es la base de mi alimentación. Aunque ahora, estoy haciendo mucho el burro. Ya lo pagaré.
9) ¿Cuál es tu mejor receta?
Aquella que le hace llorar de placer.
Aquella que le hace llorar de placer.
10) ¿Qué es lo que pides a una persona para que sea tu amiga?
No creo en la amistad. Me he sentido defraudada muchísimo. Y con ello no quiero decir que me hayan defraudado. No sirvo para tener amigos. Ahora, ha llegado un punto en el que intento conservar las pocas amistades que tengo pero no quiero nadie nuevo en mi vida.
No creo en la amistad. Me he sentido defraudada muchísimo. Y con ello no quiero decir que me hayan defraudado. No sirvo para tener amigos. Ahora, ha llegado un punto en el que intento conservar las pocas amistades que tengo pero no quiero nadie nuevo en mi vida.
11) ¿Cuál es la mejor película que has visto?
Mi propia historia.
Mi propia historia.
Y con
esto acabo el asunto.
1/2/13
Barcelona TM
Uff, escribo recién acabado un nuevo libro de cómic. Este no pertenece al género de novela gráfica, pues son pequeñas historietas con un mismo tema: la Ciudad de Barcelona. Se han reunido en un mismo libro 33 autores y cada uno, desde su propio estilo nos muestra una perspectiva de la ciudad.
El proyecto salió de unas comidas que hacen cada miércoles, en las que empezaron a reunirse hace unos diez años, unos autores y a las que se han ido añadiendo muchos más, tanto fijos como ocasionales. Queda explicado todo esto, de una manera amena, en las últimas páginas del libro.
Ello me ha hecho pensar en una época muy buena que tuve hace años. No es que la de ahora no lo sea, ¡qué va!, pero aquella fue con un montón de gente a mi alrededor. Debo reconocer que con la edad me he vuelto más huraña, algo más solitaria, y con un mundo interior lleno de vida. Pero por aquel entonces, tenía un grupo “intelectual” (siempre me ha gustado pensar que era así) con los que me reunía a cenar cada viernes final de mes en un restaurante modernista de la ciudad. Filólogos, músicos, compositores, abogados, artistas, gente sin estudios pero con inquietudes e ideas propias y yo misma, nos reuníamos a hablar de lo divino y de lo humano y a intentar cambiar el mundo de alguna manera. Cada cena teníamos una temática. Pasábamos un mes leyendo y estudiando sobre el tema y luego en la cena hablábamos largo y tendido. En más de una ocasión nos daba la tarde del día siguiente. Cuando cerraba el restaurante nos desplazábamos a un viejo tugurio en el que podíamos permaneces hasta casi la concluíamos, entre mordiscos a cruasanes y bocadillos, nuestra noche temática.
Pero como todo en esta vida eso pasó. Nosotros no llegamos a crear un producto visible como el libro que acabo de leer. Pero os puedo asegurar que fueron noches de crecimiento intelectual, personal y social.
Y volviendo al libro, ya veis, me he puesto bucólica.
30/1/13
El hijo de Rembrandt
No entiendo como he sido capaz de dejar de leer en una temporada. De todas maneras, creo que me ha ido bien porque he reemprendido la lectura con muchas ganas, energías e ilusión. He cogido esta novela gráfica de la estantería esta mañana, como intermedio de la novela que estoy leyendo y de los textos temáticos que estoy estudiando.
He llegado al tren, la he sacado de la mochila y cuando levantaba la cabeza de ella para respirar habían pasado tres cuartos de hora y llegaba a destino.
En este momento, disponía de una media hora y me la he acabado en tres bocados. El dibujo es sensacional, es como me gustaría dibujar a mí. De trazo sencillo y focalización correctísima, aporta la atmosfera y la profundización a las palabras de los personajes. La historia es entrañable. Me he enamorado del personaje principal, todos los personajes dulces me enamoran, supongo que ya os habréis dado cuenta. Es de aquellas novelas que volveré a leer. No se tarda mucho en hacerlo, pero quiero descubrir esas múltiples cosas que se escapan siempre a la primera lectura.
Aconsejable 100%!!!!
He llegado al tren, la he sacado de la mochila y cuando levantaba la cabeza de ella para respirar habían pasado tres cuartos de hora y llegaba a destino.
En este momento, disponía de una media hora y me la he acabado en tres bocados. El dibujo es sensacional, es como me gustaría dibujar a mí. De trazo sencillo y focalización correctísima, aporta la atmosfera y la profundización a las palabras de los personajes. La historia es entrañable. Me he enamorado del personaje principal, todos los personajes dulces me enamoran, supongo que ya os habréis dado cuenta. Es de aquellas novelas que volveré a leer. No se tarda mucho en hacerlo, pero quiero descubrir esas múltiples cosas que se escapan siempre a la primera lectura.
Aconsejable 100%!!!!
20/1/13
El arte de volar
Me lo recomendó alguien a quien admiro mucho y me lo compré inmediatamente. Esto fue hace ya bastantes meses. Lo puse en una de mis estanterías hasta que volviera a la carga con la lectura. Así que ahora que de nuevo ando entre letras no he tardado en cogerlo y en devorarlo con sumo placer.
La historia me ha atrapado desde la primera viñeta. No voy a desvelar nada del libro porque me lo leí sin saber de qué iba y me ha sorprendido tan gratamente que si puedo con mi silencio sobre el tema y el argumento, ayudar a que alguien pueda sentir lo que he sentido al leerlo no voy a dejar de hacerlo.
En estos momentos soy muy frágil emocionalmente. Ahora mismo, debiera estar escribiendo sobre una pérdida pero me es imposible porque tengo el corazón revuelto y el alma dislocada. Por lo que no me queda más que armarme de paciencia y recolocar todo en su sitio para que las palabras que fluyan no arranquen a jirones la piel de mis emociones. De todas formas, es un libro que me ha afectado bastante sobre todo en el tema anímico y en el de valorar muchísimo más aquello que tengo, que he conseguido, que deseo, que no es poco.
Con qué rapidez vivimos y qué poco valor le damos a nuestra vida, a nuestra historia. Hoy, mirando el mar de frente me planteaba la idea de escribir sobre mí. Sobre lo que pienso, lo que siento, lo que hago, y cómo influye todo esto en mi forma de ser y de actuar. Miraba como las olas rompías contra las rocas y pensaba, quién guardará recuerdo de cada una de ellas. No me hagáis caso, una filosofada de las mías.
Eso sí, el libro vale muchísimo la pena leerlo. Novela gráfica, aviso.
18/1/13
Harta
La absorbente. La que insulta. La soberbia. La de las
rabias. La que traiciona. La creída. La que miente. La déspota. La pedante. La que
habla mal. La que falta al respeto. La altanera. La fatua. La que crea mal
ambiente. La intransigente. La necia. La vanidosa. La estafadora. La beligerante.
La cuatro ojos. La del mal carácter. La grosera. La farsante. La huraña. La
jactanciosa. La impertinente. La inmodesta. La ingrata. La infiel. La terca. La
testaruda. La rígida. La pesimista. La mala.
¿Debo hacer un favor al mundo?
¿Debo hacer un favor al mundo?
16/1/13
Minuto cero
Recuerdo cuando niña, que un día desperté de una especie de
letargo y descubrí que estaba viva y que podía pensar. Me sorprendí; fue tanta
la sorpresa que el recelo apareció tras la revelación y me senté a esperar a
que la vida comenzara (terrible espera donde las haya). El tiempo, empecinado
en no detenerse, me ronroneaba minutos, horas, días e incluso años, mientras
que yo buscaba un hecho que me sirviera de disparo de salida para empezar a
vivir. Y cuando ya la adolescencia iniciaba su enervante paréntesis se me
ocurrió, una noche de tormentoso primerísimo sentimiento de amor, escribir lo
que corría por mis venas en la última hoja de una libreta cuadriculada de un
curso anterior. Ese fue el minuto cero de mi vida.
Ahora, mucho tiempo después, cuando las canas soslayan la madurez, descubro entre tus labios, en ese primer beso que nos dimos, cuando empieza realmente mi vida, porque besándote empiezo a vivir.
Ahora, mucho tiempo después, cuando las canas soslayan la madurez, descubro entre tus labios, en ese primer beso que nos dimos, cuando empieza realmente mi vida, porque besándote empiezo a vivir.
15/1/13
Crueldad, divino tesoro
Vamos, que me lo cuentan y no me lo creo. Que la vida de
adulto iba a ser esto. Ja. Seguro que me hubiera muerto herniada de tanto reír
a la pronta edad de una tardía adolescencia. Con lo feliz que yo estaba con
Dick, Jorge, Julian, Ana y Tim, viviendo las aventuras que toda persona debería
vivir en su niñez, siendo y disfrutando de la quijotesca muchacha en que la
lectura me convertía. Que, no, que no, que no me lo hubiera creído; que hubiera
tanta maldad a mi alrededor. Y eso que en el colegio ya me dieron un buen tazón
de ella, porque ser niño es ser cruel. No sé si es demasiado duro y poco
acertado hablar de la crueldad de la infancia, pero lo que sí sé es que, a esas
edades, no se tienen en cuenta los resultados y consecuencias de los actos y
ello implica la crueldad, en honor a la verdad, eso sí; solo se tiene la propia
perspectiva y la empatía brilla por su ausencia. Odio esa estúpida lección inculcada de que siempre
es mejor ir con la verdad por delante. Ahora, desde la madurez, reconozco la
sandez del estandarte. Todo depende del cristal con que se mira. Porque no me
digas tú que en algún momento de tu niñez, algún compañero o compañera no ha
sido cruel contigo, gratuitamente, sin que te lo merecieras. ¿Es que se merece
alguien la crueldad? Yo lo he sido, cruel, me refiero. No porque sea cruel, que
va, si no porque mis rabias me pueden. Me
han podido siempre. Me sube un nosequé desde el estómago y se me acumula en la
boca y cuando la tengo llena muerdo. Sí, muerdo; mis palabras muerden en ese
momento. Digo verdades mal direccionadas, mutiladas i desdibujadas que hieren a
las personas que quiero. No, no sé porqué te cuento esto ahora. No podía dormir
y me he levantado a escribir un rato. Hace tanto que no hacía esto. Me gusta el
silencio de la noche para estar conmigo. A veces me gustaría volver a las
antiguas lecturas de mi niñez y así no me levantaría de la cama. Cómo llegué a
disfrutar de ellas. No es que ahora no disfrute, pero aquellas primeras fueron
diferentes. Rompí el virgo de la imaginación y me perdí en un mundo que me
gustaba mucho más que el mío. Ahora no pienses que mi infancia fue infeliz, que
necesitaba de la lectura para huir, ¡qué va! Si me paro a pensar, no sé para
qué necesitaba la lectura. Creo que me vuelvo a la cama a consultarlo con la
almohada, si el sueño no me vence.
13/1/13
El sentido de un final
Julian Barnes
Editorial Anagrama
He disfrutado palabra a palabra este libro. ¿Estaré recuperada? Me encantaría, aunque en mi fuero interno sé que lo estaré totalmente cuando pueda volver a escribir cada día, como hacía antes. La vida cambia y las costumbres también, pero si una costumbre es parte de tu esencia, esta debería ser inmutable al tiempo y a las circunstancias.
El libro está narrado en primera persona, por Tony, su protagonista. Este nombre hace que me sienta cercana a él desde el principio por cuestiones sentimentales. Es sublime como nos sumerge en sus recuerdos para hacernos tocar con la punta del alma los propios, evocando, comparando, reviviendo, opinando, sobre nuestro pasado.
“A medida que los testigos de tu vida disminuyen, hay menos corroboración y, por consiguiente, menos certeza de lo que eres o has sido”.
El libro tiene unas 180 páginas, se puede leer en dos sentadas, pero esta vez he tardado más, porque me ha hecho pensar mucho y replantearme muchas cosas; y ya se sabe, cuando existe replanteo una debe dedicarle el tiempo y la energía necesarios para llegar al nuevo estado madurativo. Solo puedo decir una cosa: he aprendido mucho sobre mí con este libro. Eso es lo que importa y lo que le confiere valor.
Editorial Anagrama
He disfrutado palabra a palabra este libro. ¿Estaré recuperada? Me encantaría, aunque en mi fuero interno sé que lo estaré totalmente cuando pueda volver a escribir cada día, como hacía antes. La vida cambia y las costumbres también, pero si una costumbre es parte de tu esencia, esta debería ser inmutable al tiempo y a las circunstancias.
El libro está narrado en primera persona, por Tony, su protagonista. Este nombre hace que me sienta cercana a él desde el principio por cuestiones sentimentales. Es sublime como nos sumerge en sus recuerdos para hacernos tocar con la punta del alma los propios, evocando, comparando, reviviendo, opinando, sobre nuestro pasado.
“A medida que los testigos de tu vida disminuyen, hay menos corroboración y, por consiguiente, menos certeza de lo que eres o has sido”.
El libro tiene unas 180 páginas, se puede leer en dos sentadas, pero esta vez he tardado más, porque me ha hecho pensar mucho y replantearme muchas cosas; y ya se sabe, cuando existe replanteo una debe dedicarle el tiempo y la energía necesarios para llegar al nuevo estado madurativo. Solo puedo decir una cosa: he aprendido mucho sobre mí con este libro. Eso es lo que importa y lo que le confiere valor.
3/1/13
The Miserables
Ayer fui al cine. Fui a ver “Los Miserables”. Para todas
aquellas personas que no me conozcan informo: es mi musical preferido. Cada vez
que lo veo o lo escucho, me hace sentir bien, con ganas de enfrentarme a la
vida y luchar; me quita de golpe todas esas tonterías que se me van acumulando
poco a poco en el alma y que apagan mis actos y amortecen mis palabras.
La película me gustó mucho con algunos peros. Me encantó la dirección y la cámara en algunas escenas y la ambientación, y el volumen de la música, y alguna que otra decisión y licencia. Me hirió el declive de Fantine, me hirió mucho (creo que con la edad me estoy volviendo sensible). No me acabaron de gustar mis dos canciones estrella “I Dreamed A Dream” ni “OnMy Own”, canciones con las que he berreado la mayoría de mis decepciones amorosas y en las que, supongo, les pongo más sentimiento del que corresponde. El caso es que siempre que las escucho me ponen los pelos como escarpias y esta vez no ha ocurrido. Es más, en la segunda me preocupé en ver como “las calles eran de plata”. Eso sí, la que logró hacerme llorar fue la de “Empty Chairs at Empty Tables” y la que consiguió poner a mi vello en ristre fue “Do You Hear The People Sing”. Por otro lado, la interpretación me pareció en general muy buena, aunque a Javert me costaba bastante imaginármelo con este actor, supongo que lo tengo viciado de otros montajes. O, no, es que no era el mejor actor para este papel. Yo que sé, no soy una entendida. El caso, y como resumen, solo decir que disfruté desde la primera nota hasta la última de este gran musical. Además, ahora, sentada aquí, reflexionando sobre él, estoy también disfrutando de lo lindo descubriendo todos los trucos narrativos de la historia. En cuanto acabe este post me voy a la biblio del comedor a buscar el libro de Victo Hugo, así veré hasta qué punto tiene libertad la adaptación. Lo leí hace tiempo y no recuerdo los detalles. Voy a ello.
Nota: Me encantó Gavroche.
La película me gustó mucho con algunos peros. Me encantó la dirección y la cámara en algunas escenas y la ambientación, y el volumen de la música, y alguna que otra decisión y licencia. Me hirió el declive de Fantine, me hirió mucho (creo que con la edad me estoy volviendo sensible). No me acabaron de gustar mis dos canciones estrella “I Dreamed A Dream” ni “OnMy Own”, canciones con las que he berreado la mayoría de mis decepciones amorosas y en las que, supongo, les pongo más sentimiento del que corresponde. El caso es que siempre que las escucho me ponen los pelos como escarpias y esta vez no ha ocurrido. Es más, en la segunda me preocupé en ver como “las calles eran de plata”. Eso sí, la que logró hacerme llorar fue la de “Empty Chairs at Empty Tables” y la que consiguió poner a mi vello en ristre fue “Do You Hear The People Sing”. Por otro lado, la interpretación me pareció en general muy buena, aunque a Javert me costaba bastante imaginármelo con este actor, supongo que lo tengo viciado de otros montajes. O, no, es que no era el mejor actor para este papel. Yo que sé, no soy una entendida. El caso, y como resumen, solo decir que disfruté desde la primera nota hasta la última de este gran musical. Además, ahora, sentada aquí, reflexionando sobre él, estoy también disfrutando de lo lindo descubriendo todos los trucos narrativos de la historia. En cuanto acabe este post me voy a la biblio del comedor a buscar el libro de Victo Hugo, así veré hasta qué punto tiene libertad la adaptación. Lo leí hace tiempo y no recuerdo los detalles. Voy a ello.
Nota: Me encantó Gavroche.
1/1/13
Al día siguiente
Nos encontramos cara a cara, en el pasillo de siempre.
Intentamos no sonreír, no desvelar, esta vez más que amistad había amor, había
sexo. Nunca quisimos el amor sin sexo, ni el sexo sin amor. No hizo falta decírnoslo,
ni una vez, ni tan siquiera pensarlo. Nuestras miradas, maduras en cruzarse, lo
decían todo. Recorría, aun, el último soplo de mi aliento, tu cuerpo y el azote
de la brisa del recuerdo, percusionaba mi sexo, cuando nuestras nuevas miradas
se abrazaban en profundo deseo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)